Todo está cubierto hoy de una espesa grisura. El día igualmente impenetrable, a pesar de la hora, no es muy propio de estas latitudes. Así el corazón se acerca a las nubes que ahogan cualquier respiración. El deseo se esconde esperando que pase la tormenta que ha de llegar, y nos inquieta. Pero dónde está la templanza, la calma, la entereza que necesito para no abdicar ante el desastre.
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