Vistas de página en total

martes, 3 de mayo de 2011

La tarde está tranquila. Reconozco a esos pájaros que aletean sobre los terrados. Quedan pocas nubes, dispersas, como estrías blanquecinas, que alguien dejó olvidadas en su viaje de primavera. Respiro este tiempo de calma, la luz que se posa sobre la tierra, y que está también en el aire, antes de que corra la noche su  telón más negro. Pienso en aquellos que guardan en sus manos la esperanza, la medida de las cosas, ese anhelo por alcanzar aquello que se proponen, sin ningún menoscabo, sin miedo, con la convicción de dar todo lo que tienen, y de no importarles el fracaso, ni tampoco la vida que va en ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario