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miércoles, 25 de mayo de 2011

Llueve sol. Bajo las sombras respiro el aire todavía limpio, sin barro que ahogue. Las hojas del jazmín reposan en la tapia. Abiertas las rosas resisten el resplandor del muro, la soledad que se esconde tras una ventana cerrada a cal y canto. Duermen aquellos que tienen la conciencia tranquila. O duermen sólo los enloquecidos, los apartados del mundo, lejos de esta visión que me obliga a cerrar los ojos, a pensar que las lluvias del verano llegarán pronto, sabiendo que no podrán llegar hasta el otoño.

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