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domingo, 30 de diciembre de 2012



La poesía de Houellebecq es desalentadora, como una mañana ahogada o el silencio reprimido por los golpes de la tristeza. Es domingo, el último domingo del año. El movimiento perpetúa la vida, fija el calendario de nuestros deseos y nuestros sueños. La rutina, sin embargo, es tranquilizadora, tan querida cuando brilla el sol, y la luz entra sin permiso hasta la recámara. Podría vivir sin todo aquello que me acompaña mientras no muera esta luz. Entrega un coraje que no es virtud , y la fuerza que necesito, la que busca cualquier ser vivo, vegetal o piedra. Sólo entonces cumplo con el rito de creer que aún hay esperanza. Agradezco al sol una voluntad que no tiene, fruto del azar o de los dioses. Y a ellos debería encomendarme. A este sol que sigue apareciendo cuando nadie lo espera . 

viernes, 28 de diciembre de 2012



No comparte nunca el tiempo sus secretos,  he ahí el misterio, la incertidumbre que mueve el  mundo. Por eso las anunciaciones están también condenadas a incumplirse, a negarse  por sí mismas. Quiero alejarme de todo aquello que no sea presente. El viaje más arriesgado es éste en el ahora estamos. Inmerso en su luz más cruel y necesaria , en un vaivén que me  obliga a evitar la caída,  hay alguien que me dice que cautela, y prudencia son algo más que virtudes. Virtudes que desprecio, aunque sean terriblemente necesarias. La utilidad es la ciencia de los temerosos, un refugio seguro contra el miedo.

miércoles, 26 de diciembre de 2012





JUSTOPAGO

He vivido los años sin saberlo.
Tampoco he necesitado otra cosa.
Cada uno traía su parte de calor y de sombra.
Como los árboles, he ido acumulando certezas
y señales, y ahora muestran las grietas,
las ramas con sus frutos pequeños.
Sobre ellos se posan algunos pájaros,
celebran el adiós, mientras cae la nieve
y el silencio se rompe.
Si vuelvo tras ellos, el camino, a veces, se cierra,
 las zarzas impiden mi paso.
Los años se protegen,
se defienden detrás de la maleza que crece salvaje,
de los espinos que salen de la flor.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Camarada



CAMARADA

El portal de la nieve, ilustre camarada, no nos distrae
cuando diciembre agita los brazos, y el sol aún se levanta.
Pero no somos un ejemplo de delicadeza.
Creemos que la sinceridad acerca estos últimos rayos de un sol necesario.
Ahora se posan sobre la piel de la caballa. Un plato humilde
lleno de raspas, de carne recia como nuestras convicciones.
Utilizamos las herramientas más antiguas,
la palabra como una fusta para arrear los animales,
un buey y una mula.
La civilización nos ignora. Y nosotros a ella.
Si cumplimos con algún mandamiento es sólo por pereza.
Hijos de la revolución, y de las banderas gastadas.
Todo  empeño por ser más justos, equilibradamente
razonables,  es  un bozal , una soga que abraza la lengua.
Será que somos un ejemplo
                                                       que nadie sigue.   

domingo, 9 de diciembre de 2012



Llevo el cuerpo a los extremos. Lo dejo sin defensas, extenuado, sin aliento, como un objeto extraño que no padece y no recuerda cómo eran los días de sol sobre la arena blanca y los acantilados. Deshago el nudo de la carne, el tiempo grasiento que acumula desesperanzas, y paso una hoja fría que disecciona los días, el agravio que pesa y debilita mi esqueleto.  Entre poleas, entre ruedas que recogen el esfuerzo, cierro los ojos inútilmente esperando que la oscuridad me abrace sin ninguna súplica ni reclamo. Y luego regreso convencido de que el esfuerzo no corrige mis hábitos, mi educación, mi dudosa caligrafía.