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sábado, 23 de febrero de 2013

Una nube rezagada permanece inmóvil detrás de la ventana. No parece una nube joven. Su cuerpo está deforme, grumos apelmazados cubren su centro y en los bordes una carne flácida, de color más oscuro,  se deshilacha. Pero ella sigue, ahí, recibiendo la última luz que trae la tarde. Febrero ha sido frío, inconstante, y ha dejado rachas desordenadas de viento a su paso. Como un enfermo que espera mejores días cierro los ojos. A veces es conveniente no juzgar las cosas, dejar que pasen esas nubes cuanto antes, sin ser vistas, sin sufrir por ellas, con la misma majestuosidad que vuelan las grullas, bellas y frágiles al mismo tiempo.

miércoles, 20 de febrero de 2013



La habías visto, antes incluso de oírla. Estaba quieta, en el aire, contemplando cómo la tarde iba oscureciéndose , y alargaba su figura hasta ahogar las casas situadas a ambos lados de la carretera, con sus muros de invierno incapaces de sujetar algún verdor, el recuerdo de otras estaciones más cálidas . La vi allí, sin rostro, pero con los ojos clavados en mi, diciéndome que su presencia no era fortuita. Ninguna concesión , ninguna tregua, puede alejarla por mucho tiempo. Y sentí el frío que nace dentro de uno ante el desorden y el miedo. Ese frío que teje una mordaza. Y pensé en la pobreza, en la necesidad que obliga a aquellos que no tienen nada a mirar los días de otra forma, a sobrellevar la tristeza con gallardía. Esa tristeza que sólo vence a los cobardes. 

lunes, 4 de febrero de 2013



Días inconstantes, de viento que deja su estrépito y quiebras tallos y ramas. Días de sol a destiempo como una mano desconocida que acaricia inmerecidamente. Días de niebla, triste y extraña, deshaciendo la verdad, ocultándola , como una enfermedad que mancha los ojos. Días como tú, inconstantes, huidizos.  La misma desesperanza  frente a lo inestable, frente a vértigo que dices que justifica tu silencio, y tu deriva . Sólo queda la espera, y matar el tiempo con sus mismas armas: desorden, desobediencia.

viernes, 1 de febrero de 2013



Me descuido con suma facilidad, me abandono , como si el  camino trazado, ése que fijan unos límites impuestos , no tuviera ningún interés , ningún misterio. Salirse de los senderos  conocidos  en busca del arrabal que ofrece al menos el temblor me devuelve a la vida, como esas luces perdidas entre el frío que guardan más que una verdad, las verdades de todos. Y luego regreso hacia las mismas contradicciones, resignado, seguro de no caer tan fácilmente en el engaño.