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martes, 20 de diciembre de 2011

Mira los árboles, levanta tus ojos hasta donde llegan sus hojas, allí en lo alto el cielo acoge lo que nace en la tierra. No hace falta salir de la ciudad para encontrar una arboleda agradecida, un trozo de cielo acunando unas ramas. Incluso Madrid tiene sus árboles, y su otoño. Y esa luz crepuscular que acaricia un instante las casas, y las calles. Mira cómo también ella deja su belleza para aquellos que la necesitan. No sólo en la montaña, o en esos valles perdidos, tiene la luz confianza. En el lugar más insospechado crece la semilla, aquí mismo, en el hueco que el asfalto aún no ha amordazado. También tú puedes encontrar un motivo para levantar los ojos, para buscar el aire más puro.


martes, 13 de diciembre de 2011

El mal de Montano.

Vila-Matas es un narrador que teje los hilos de sus historias sabiendo que el lector es mucho más que un simple trofeo, una presa atrapada, inmovilizada, en la trama que la palabra va urdiendo.
Ni una fina rebaba sale de sus labios cuando la historia avanza y nos lleva de un lugar a otro. La elasticidad del verbo reduce la distancia entre una rama y el acantilado, una falla profunda que parecía insalvable. De la planicie de Chile a la libresca Nantes, de una Barcelona tan soñadora como las gentes que retrató aquel viejo fotógrafo de la Plaza Rovira, a una isla de las Azores, no habitada, poseída por la naturaleza. Y en cada uno de esos lugares el hallazgo que justifica la peregrinación, la pieza clave que encaja en el puzzle de la historia.
Su palabra tiene una música de tonos medios, ajustados, equilibrados, como un prisma abierto que deja pasar la luz, pero sólo la que requiere el tempo de la narración. Su inteligencia es el abrigo que necesita la historia para que llegue a ser humana, humanamente creíble, algo que a la postre la hace más real que la realidad misma.
Y todo ello dejando entrever los fondos donde se cobija el fervor, un fervor semioculto, hostigado por el escepticismo de nuestra mirada ya resabiada, que desoye los cantos.
Vila-Matas, es el creador atrapado en las redes de la literatura, en esas redes que él hace suyas y en las que es un buen enfermo, aquel que paradójicamente solo puede salvarse con su propio veneno, con el antídoto de la escritura.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sin techo, y sin luz, el otoño va dejándonos desprotegidos, huérfanos. La rama del jazmín culebrea seca, casi muerta, como un caído estandarte después de la batalla. Ya pocos sueños cobijará este techo que ayer alegraba las noches de verano, cuando una mano arreglaba los tallos, podaba con cuidado las puntas viejas, ataba parejo los troncos conduciendo la planta hacia un lugar donde poder dejar sus brotes cada primavera.
La amistad es como una planta. Crece libremente y nos ampara. Bajo su techo hay una luz nueva que deshace algunas incertidumbres, y limpia los días. Esa luz queda desnuda, y sin embargo soporta el frío, los golpes que recibe. Nadie sabe cuánto resistirá, durante cuánto tiempo. Pero esa planta necesita cuidados.


jueves, 8 de diciembre de 2011

No creo que sufra el Mal de Montano. Mi memoria es pobre como los frutos que crecen en la sombra o en una tierra baldía. Por eso no sufro, no tengo obsesiones que deriven hacia esta o aquella cita de un libro elegido. Creo que el destino reparte vicios y virtudes, enfermedades y belleza con un algoritmo que desconozco. Y sin embargo, a veces, responde a criterios no muy injustos. Al menos, eso pienso cuando las cosas no van mal del todo. Pero sí creo que padezco otro mal. No sé cómo llamarlo. El mal de los Secos. Pobre nombre para esta dolencia que lentamente va deshaciendo la estima que uno tiene de lo divino, la esperanza que termina convirtiéndose en decepción, y en fracaso, cuando pasan los días y nada ni nadie acude para ayudarnos a salir del silencio, una llaga que crece en los labios y se extiende por el cuerpo. El silencio que nos consume y nos angosta como si fuéramos ramas que viven de espaldas, llenas de frío, o  ramas sedientas, sin el alimento necesario para dejar que crezca algún fruto. Aunque su carne sólo pueda ser áspera y desabrida.      

sábado, 3 de diciembre de 2011

Como finalmente no salió mi reseña sobre la exposición de Luis Cañadas en la prensa local, al menos que quede constancia de mi admiración por el artista en este blog.


Luis Cañadas. Más que un pintor.

La vida para un artista en la España de posguerra no tuvo que ser ni muy grata ni  muy glamurosa, sobre todo para aquellos que como Luis Cañadas llegaron a Madrid con poco más que sueños en el equipaje. Sin el amparo de una familia pudiente, sin apenas galerías de arte ni coleccionismo en un país famélico y pobre, y sin un Estado que amparara o promocionara a los artistas, ni siquiera a los que ideológicamente comulgaban con el régimen, menos aún a  alguien educado desde muy joven en los valores progresistas y de izquierdas, Luis Cañadas fue encontrando sin embargo un lugar en ese Madrid artístico, convirtiendo el sueño de la pintura en algo real, y en un modo de vida.
            La obra del almeriense es la obra de un hombre en permanente lucha consigo mismo, con sus creencias y sus incertidumbres, y de esa lucha lo que a la postre ha brotado  es un profundo humanismo, el de alguien que se enfrenta al dilema del ser despreocupándose de las obligaciones del tener, un rasgo poco común que trasciende la concepción del arte actual, más preocupado por las ferias y los mercados, las cotizaciones y los premios de lo que sería deseable. Será este humanismo el que defina a  nuestro artista y lo haga un sujeto casi irrepetible.
Porque más allá de su condición de pintor, Cañadas es también un ejemplo de compromiso personal, un buen franciscano en este mundo del arte generalmente hostil y proclive a las vanidades, y el mejor maestro, el que ha sabido transmitir a los alumnos, además de la técnica necesaria, el anhelo, que tantas veces se echa en falta, de querer ser artista, sabiendo que para ello hay que asumir una disciplina de trabajo , de dedicación plena,  y una entrega sin demora ni reproches , aunque ello suponga  empeñar la vida. El hombre entregado a esa búsqueda, personal, propia, no entiende de coartadas, ni de engaños.  Por eso la obra de Cañadas guarda para sí una verdad que raras veces reconocemos en la noche de los fuegos de artificio del arte. No deslumbra, ni nos ciega, pero no se apaga, no se consume. Por algo será. Pueden ver en el claustro de la Escuela de Artes y Oficios una pequeña muestra de sus trabajos, óleos, témperas, tintas, o mosaicos, una oportunidad de contemplar la obra de uno de los artistas almerienses de la diáspora, que como la mayoría de sus viejos compañeros indalianos no ha tenido de su lado la suerte, y mucho menos el reconocimiento de las instituciones que debieran tutelar un patrimonio cultural y artístico que se dispersa cuando no se pierde en el olvido para terminar siendo sólo escombros y ruina. Lástima . Un homenaje, admirable, el de la Escuela, un recuerdo al maestro que ha defendido su vocación, contra vientos y mareas, a lo largo de toda una vida. Un ejemplo.



miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ayer recibí por correo El guardián del fin de los desiertos  ( Perspectivas sobre Valente) , volumen publicado por la editorial Pre-Textos, en edición de José Andújar y Antonio Lafarque. Aunque el libro está en las librerías españolas desde hace unos días recibirlo ha sido como un regalo. La idea de los editores era publicar las distintas conferencias que se impartieron dentro del ciclo sobre José Ángel Valente. Desde la ciudad celeste, entre abril y noviembre de este año, en Almería . Jordi Doce, Carlos Peinado Elliot, Lorenzo Oliván, Antonio Gamoneda, Miguel Gallego Roca o Andrés Sánchez Robayna, sin olvidar a José Andújar, fueron algunos de los autores invitados . Unos días antes de la  clausura participé en un Coloquio y lectura de poemas, junto a Aurora Luque y José Luis López Bretones. De lo que allí dije ha quedado como testimonio lo publicado en estas páginas, y a juzgar por lo que este volumen de ensayos contiene, por la calidad de los textos y su nivel crítico, es una suerte que no merezco. Aunque siempre es un acicate la buena compañía para seguir adelante.  Y qué mejor compañía que la de mi amigo Javier Huecas, autor de la imagen que figura en la portada. 



martes, 29 de noviembre de 2011

                                                  A la luz del farol, el hielo
                                                 del camino reluce como grasa.
                                                                     Tomas Tranströmer

LAS ADIVINACIONES


Luces escondidas entre la maleza.
Sueñas con notas blancas
como si fueran signos dejados
al azar, despojados del frío
cuando los descubrimos.

El humo avanza
como lo hace un río, y se deshace
como una súplica.

Sigues detrás de una voz
dormida,
la ves desnuda,
acostada en la nieve.

Tus manos no pueden
levantarla.

La memoria guarda el frío,
hace girar las equivocaciones.

Hasta que descansan.











domingo, 27 de noviembre de 2011

Extrema delicadeza del agua que pasa su mano sobre la tierra sin causar daño. Su transparencia no entierra ni  esclaviza. Calma la mirada, y lleva el pensamiento más lejos, más allá de lo visible. Pero no siempre el agua llega por su cauce. A veces levanta piedras, rompe la calma en mil pedazos, ahoga semillas y raíces. Cuando esto ocurre está obligado el pensamiento a ser justo, a ser como el lago que recibe toda la furia, el brazo de la lluvia golpeando. Y a tener la fuerza suficiente para levantar los troncos y las ramas partidas, recogiendo del fango los deseos, aquéllos que nos hacen tan desesperadamente humanos. Sólo esa esperanza, que  limpia el cielo de amenazas, parece tener el hombre.
Debe afinar la mirada como si se tratara de un instrumento, medir la distancia, alejándose de lo superfluo, situando el punto de mira en lo que de verdad importa. Para ello ha de saber qué quiere. Nieblas y sombras no son en sí mismas mejores que una tranquila mañana soleada. El misterio que guarda lo previsible nos aleja siempre del asombro. Las huellas que sigue la mirada las descubre alguien que no conoce la senda, y va hacia el abismo, un pozo lleno de incertidumbre. Después puede que haya algún desconocido respiro, tal vez una piedra que nos de aliento y descanso, o quizás un gesto, una palabra que recordemos. Pero el peso de la fatiga sólo al final del camino desaparece.  

jueves, 24 de noviembre de 2011

Siempre llueve un agua menuda en los sueños. Un agua que acaricia la tierra y deshace sus nudos. La lluvia descansa en la mano, lejos de la furia y el viento. Es un rezo humilde, una súplica que trae de muy lejos voces que llaman. Y no sabes. La lluvia se descalza, y desnuda posa su cuerpo sobre las cosas, igual que un pájaro pequeño que adivinara donde posarse sin herir la rama. Siempre llueve en los sueños una lluvia entregada, que no causa daño, y no lastima el deseo. Llueve tristemente en los sueños, pero no parece importarle a nadie. Nadie se duele de la lluvia que sueña, de la lluvia que dulcemente cae sobre la almohada.   

jueves, 10 de noviembre de 2011

Nadie conoce mi refugio. Duermo de día, y de noche espero que la luz ilumine lo de dentro. Sólo el ruido de mi mente me distrae. Afuera, la vida parece detenida, pero una presencia me dicta cada palabra. Está conmigo, y fuera de mi. Por eso escucho con cuidado cada rama que mueve el viento, cada respiración ajena, cada llamada. Voy dejando un rastro como lo hace un animal herido. Todas las noches deseo lo mismo. El tiempo no es un estorbo, se resguarda en la cabaña del frío como una bestia temerosa acurrucada entre cenizas. Así son las noches del pensamiento, desnudas, indefensas frente a todo.



martes, 1 de noviembre de 2011

Cambia el tiempo como el animal su rumbo detrás de un rastro esquivo y caprichoso, en busca de alimento. Hace unos días, tan sólo, una fina lluvia calaba nuestras ropas, los pies húmedos a pesar del calzado propio de andar por la sierra, el frío arañando la piel de la cara, y todo parecía vivir para celebrar el otoño, siempre triste a pesar de su belleza. Hoy, el sol se levanta con empeño y vocación de ser una pequeña brasa. Un azul casi transparente recuerda otros cielos ya pasados, y la luz obliga a mirar el día con agrado. Pero será un espejismo, un sueño pasajero que nos lleve a un mundo lejano e imposible. Es ya tiempo para el recogimiento, para arrojar de la memoria los falsos brillos, la mentira que se acomoda en los cuerpos más jóvenes del verano.

                                                                                  Sierra de los Filabres

domingo, 30 de octubre de 2011

Quisiera ser generoso como la tierra, ella se esfuerza por resistir sin amenazas los días de la canícula, aceptando lo que sólo sabe el destino, reconociendo el fuego, la mano bronca que parte el tronco, y trocea las ramas, y deshace las hojas, sin piedad. Quisiera tener su paciencia, también su misericordia, pues recibe por igual a sus hijos y a sus verdugos. A los que blasfeman y a los píos. Ella sabe que todos, más tarde o más temprano terminarán sus días suplicándole un lugar donde cerrar los ojos. Un hueco para ocultarse, para no sentir el peso de los recuerdos, de la conciencia que aparta la maleza de los días dejando al descubierto las raíces.

jueves, 20 de octubre de 2011

Quién sabe con certeza si el hábito de la lectura no aboca a la desesperación, a la oscuridad más absoluta. Cada día, al terminar de leer algunas páginas de Llámalo sueño de Henry Roth acuden a mi las sombras y los temores de David Schearl, pero no su fortaleza. Me pregunto si cargar con el peso de sus incertidumbres sin ser yo él , y sin alcanzar sus metas, como si solo lo terrible se cebará en mi, y no la dicha, el amor que a veces el destino generosamente reparte a los que van en su búsqueda, es justo. Por qué  el recuerdo de lo leído no trae hasta aquí algún calor, y sólo hago mío lo que a él le inquieta, esas manchas que la tormenta deja en su piel, las señales que el miedo dibuja en sus ojos. Acaso no merezco conocer las letras sagradas que salen de sus labios, y esa  fe que abre todas las puertas, las puertas del infierno y las del paraíso.

sábado, 15 de octubre de 2011

La escritura es como un alcohol en las mañanas frías, cuando aún no hemos salido del sueño y necesitamos algo que nos devuelva a lo real.  Pero cuándo encontraré en las palabras algo más que el consuelo pasajero de ese alcohol que se evapora , un sentido nuevo,  un resquicio por donde mirar lo que no habíamos imaginado, lo que creíamos inexistente. La escritura se deshará entonces de cualquier delirio, cortará las ataduras, y fijará sus propias metas, y sus límites. Nunca habré sido tan feliz, o quizás, solo lo he sido como lector, descubriéndome en ese otro que hilvana pensamientos con esmero y naturalidad. Aún a riesgo de verme arrojado por la corriente de la escritura, sin aliento, y sin respiración. Ciego, desconociendo en qué lugar encontrarán mi cuerpo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Hoy, el mar, era una línea azul mezclada con tonos verdes sobre papel de acuarela. El agua, de puro transparente, una fina lámina que dejaba ver el fondo, las formas onduladas de la arena. El horizonte convertido en un punto real, sin incertidumbre, parecía cercano, sin amenazas . Allí, deje mis ojos que vagaran solos olvidando aquella otra imagen del mar, hace unos cuantos días.  Y pensé que también la naturaleza se esconde y aparece de repente, nos abraza y nos arroja, al mismo tiempo, inhóspita y generosa, cruel y compasiva, sin un motivo, sin una causa.


miércoles, 5 de octubre de 2011



A veces la suerte está del lado del poeta, pero sólo a veces. Francesc Parcerises escribió Focs d´octubre, un extraordinario libro de poemas que publicó Quaderns Crema en una cuidadísima edición, en el año 1992. Este ejemplar encuadernado en tela puede servir como ejemplo de lo que debe exigirse a una edición de poesía: sencillez y elegancia al mismo tiempo. Los poemas parecen sentirse representados en esa portada  austera y esencial, despojada de adornos, y con una mínima ilustración, ese pitaco que bien podría ser almeriense. El diseño sin duda contentaría al mismísimo Juan Ramón , exigente y maniático con tantas cosas, y especialmente con las ediciones,  precursor de una estética tipográfica de la que aún hoy seguimos siendo deudores. Esa suerte , para el poeta, creo que fue igual o aún mayor cuando Ediciones Linteo publicó en 2008 , en versión bilingüe , catalán/castellano, en traducción de Ángel Paniagua, Fuegos de octubre, porque un poeta como Parcerises merecía llegar a muchos más lectores. La edición de Linteo no desmerece ni mucho menos esta primera edición, que a pesar del tiempo transcurrido sigue siendo primorosa.

lunes, 3 de octubre de 2011

Tengo en mis manos el Diario anónimo de Valente. Su título me causa más incertidumbre que la imagen utilizada para la portada, la de un jovencísimo Valente con el torso desnudo. Creo que no importa el poco acierto del título ni siquiera la equivocada elección de la fotografía, sino el contenido de lo aquí recogido, pero para opinar sobre este Diario necesitaré tiempo. Aunque toda una vida dedicada a la escritura exigirá algo más que tiempo... 

martes, 27 de septiembre de 2011

El primer pensamiento de la mañana: Parece que otra vez el miedo entra en la habitación para que el mundo lo vea.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Paco de la Torre, y la Ciudad revisitada

No es raro que sea  Paco de la Torre, con esta obra incluida en la exposición Almería, la ciudad revisitada, quien se empeñe en abrir las Puertas de la memoria,  y enseñarnos una parte de nuestra historia, tantas veces olvidada, un olvido que ni siquiera puede justificarse queriendo de esta manera exorcizar el pasado. Paradojicamente su empeño es tan efímero como los versos de William Blake en una escuela de verano para escritores, porque esas puertas de los sentidos volverán a cerrarse otra vez, en cuanto se clausure la exposición, y  octubre nos diga adiós. El carácter perecedero de la obra,  su anunciada desaparición, es un final anhelado desde los orígenes, pues sólo lo finito alcanza a tocar lo sublime .    Pero no sólo por ello la obra logra que una imagen repetida , la de esos humildes kioscos de posguerra que camuflaban los accesos a los refugios, sea capaz de horadar la corteza que protege nuestro cerebro , y dejar allí una semilla que no ha de secarse. Paco de la Torre ha conseguido transformar la imagen en símbolo, porque detrás de ella hay memoria y vida, una historia resumida sobre una sencilla pared de un museo de provincias, hermanando pintura y arquitectura y con connotaciones de icono. Y cuando lo humilde adquiere las virtudes del espíritu roza lo trascendente. Pocas lecciones más sutiles y al mismo tiempo más verdaderas que las que dejó en Almería la escuela racionalista de Langle. Y de eso se dió cuenta muy pronto Paco de la Torre , porque es un artista de su misma estirpe. Lástima que estemos más interesados por los  baños y las sombrillas de un verano que casi agoniza que por lo que de verdad nos hace mejores.




No siempre se tiene la certeza, el convencimiento de que uno sigue el camino adecuado. Y más aún cuando las señales, las voces, los gestos, indican indiferencia , o incluso desaprobación. Pero cuando eso ocurre, cuando en contra de todo, y de todos, tú estás convencido, seguro como un árbol caído que no teme el mañana, debes seguir adelante, sin orgullo, pero sin temor. Sólo el tiempo dirá, trae y lleva a su antojo, pero en esa zozobra lo que ha de seguir se mantiene a salvo, y es , a veces, una prueba más para discernir lo que merece seguir en pie.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El cielo ha permanecido todo el día indeciso, ocultándose bajo unas nubes que iban y venían. Suelen estar estos días tan inciertos como el tiempo, como ese sol que se distrae y nos deja huérfanos, más pobres cuantas más oscuridades hay, por eso uno se acerca con desidia a las cosas, y se siente tan insatisfecho que las abandona pronto. El cuerpo sigue amordazado, mientras miro los libros caídos sin poder acercarme a ellos, y sin deseo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Un jardín japonés en el desierto. El silencio traído hasta aquí, con sus gotas de rocío, y sus brotes llenos de delicadeza. Una columna mira la sombra, la distancia que sólo los cuerpos en movimiento son capaces de salvar. Ni siquiera el ruido callado de las horas puede cambiar este momento, cuando luz y pensamiento se acercan, antes de que anochezca.       


jueves, 15 de septiembre de 2011

Cuando el grupo de bañistas salió del agua anochecía. Fue algo visto y no visto, recogieron sus cosas y se alejaron, dejando la playa casi desierta. Sólo quedaban en la orilla, refugiándose de los desórdenes del día, unos jóvenes. El género de la escritura traiciona lo que digo.  Era una pareja que se divertía jugando a las palas, pero más allá de ese juego, pues se movían torpemente y sin ninguna gracia en los gestos, lo que advertí fue una complicidad  impropia de su edad. Todavía a salvo de la rutina, pensé, podrán disfrutar unos años más. Fue entonces cuando miré sus cuerpos, despreocupados y nada bellos, sin una llamada a mi deseo. Un escollo menos, susurré, un contratiempo que no les supondrá ningún esfuerzo. Tomé en mis manos la cámara fotográfica, y encuadré la escena. Merecían un discreto homenaje como recuerdo. Lo que había visto hace un instante desapareció ante mis ojos. Comprendí que alguien se estaba burlando de mí.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cerca del dolor, el de los otros, ningún motivo para pensar en algo que no sea ese mismo dolor, que a ti te espera. Por eso aparto todo deseo, y la voluntad de alejarme, pues conviviendo con él tal vez llegue a conocerme mejor, y así no trate de engañarme, ni de engañarte

viernes, 9 de septiembre de 2011



Soy de la estirpe de Joseph Uber. Los míos también vivieron las noches de invierno contemplando el fuego, la llama que no se apaga desde el amanecer. Recuerdo que el hogar nos reunía a todos, contra el frío y la tempestad. Allí, juntos oíamos hipar a la lechuza, como lo haría un recién nacido. Aún hoy me llega su lamento, y me desvela. Afuera, las piedras sufrían de soledad. Nunca las sentí quejarse, calladas respondían abrazadas, como nosotros, más cerca cuanto más oíamos azotar el viento. Cuento lo que viví antes de olvidar. Antes de huir hacia un paisaje que no conoce la furia de la noche, ni el delgado filamento que nos une a la tierra.



jueves, 8 de septiembre de 2011

Una Teoría del no mirar, esa que predica José Carlos Cataño en su diario, como una tabla de salvación sobre las aguas profundas, sobre los actos innecesarios. Si sólo con cerrar los ojos alcanzas a encontrar seguridad , y no tuerces el paso, para qué estos ojos que esconden lo que ven, desasistidos, huérfanos, en su creencia de saber que el mundo se aparta a cada paso. No mirar para que nada, ni nadie, tenga la confianza de saberse nuestro verdugo.
¿Oyes los silencios ? Cómo acuden hasta ti, de noche, y cómo murmuran. Algunos deciden sin motivo exculparte, otros en cambio, adivinan el lugar donde mas duele. Ellos saben cuánto tienes que ocultar, cuánto debes callar para que nadie sepa de ti, lo que tu ignoras. Ruedan veloces los segundos, acarician la oscura distancia que tu te empeñas en negar. Luego, la dulce voz del sueño cerrará esta caja de pérdidas, recogerá las cosas abandonadas buscándoles un lugar, tranquilo, lleno de silencios para ellas.  

martes, 6 de septiembre de 2011

Tras una tregua, inesperada, que siempre resultó un engaño, vuelven los días de septiembre terriblemente húmedos, como si rezumara una herida abierta. Elijo al azar una palabra que cuente su historia, también ella tiene derecho a desangrarse. Y si es con luz el dolor parece menos profundo. Ese es el engaño, descubrir la muerte bajo las gotas de sudor y el sol abrasador sin la compañía al menos de esa niebla que va cerrando los ojos para que te acostumbres, para que puedas ir aceptando la pérdida. Y te consueles.

domingo, 4 de septiembre de 2011





Prados iluminados un instante, mientras las nubes caminan deprisa hacia Caldelas. Sobre el Pedroso parecen mirarse como yo las miro, como se miran dos conocidos, después de transcurrido el tiempo. Agosto lleno de falsas ilusiones se enciende en las hojas, en ese traje efímero que las ramas abandonarán pronto. Y sin embargo su resplandor permanece más allá de las horas, de los días vividos.   


viernes, 2 de septiembre de 2011

Al fin llegaron, de noche, cuando el sueño nos aleja de la verdad y el daño. Casi silenciosas como animales nocturnos que cruzan el bosque sin ser vistos. Luego precipitándose sobre el asfalto, exhausto de calor veraniego, y de la insoportable sequedad del aire. Oí las gotas derramándose, repiqueteando como en un timbal unos finos mazos metálicos. Volvían a estas tierras del sur, tan necesitadas de frío como un cuerpo torturado por la voluptuosidad del día. Y abrí las hojas de mi ventana para que el agua entrara hasta muy adentro. Luego me ví bajo las aguas, dormido al fin, sin ningún deseo de volver a la vida.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Para o Brístol Club dancing


De aquella vieja ciudad, que el Douro reanima permanentemente como queriéndole insuflar a los días algo de un viejo esplendor ya perdido, solo quedan  esas dos ilustraciones de Jorge Barradas publicadas en la revista lisboeta ABC, compradas en una librería de viejo. El resto permanece en algún lugar de la memoria, pues son caprichosas las suertes del destino y uno no sabe nunca hacia qué orilla lo llevará la corriente. Oporto oculta más de lo que muestra, como si quisiera guardar para sí misma lo mejor de su pasado. Hubo un tiempo en el que parecía bondadoso el mundo a los ojos de los portuenses, era la época, años veinte, en que la ciudad se reflejaba glamurosa en aquellos Dancing Clubs. El Brístol tuvo que tener también su homólogo en Oporto. Allí las jóvenes lusas se encandilaban por la belleza que llegaba de Europa, de la mano de un art déco que realzaba la elegancia al mismo tiempo que el sueño de una cierta libertad.
Lo que vimos nosotros eran sólo sombras de aquellos años. Como turistas fuimos recorriendo las calles del barrio portuario, adentrándonos en las humildes casas que miraban el río. Luego descendimos hasta el muelle para subirnos en una de esas barcazas que pasean a los extranjeros casi hasta la desembocadura. Cerrando los ojos una gruesa brisa nos trasportaba más lejos, hacia otra ciudad, hacia otro tiempo. Era el 11 de agosto , el mismo día en que había salido a la venta aquella revista , 84 años antes. Cuando descendimos de la barcaza nos dirigimos al Bristol, la noche comenzaba a adornarse con antorchas de gas, oímos la música que sonaba en la terraza, animosa, feliz, de recibirnos. Y entramos dichosos.     




Jorge Barradas. ABC, 25 noviembre de 1920


Jorge Barradas. ABC , 11 de agosto de 1927




martes, 30 de agosto de 2011

En el bosque de la razón.

Como un caparazón que no alcanza a comprender lo que pasa más allá de él , porque sigue permanentemente extasiado, imantado sobre un centro al que debe proteger, así me siento. Como una pequeña pieza perdida en un bosque, donde la maleza ha crecido desde el último otoño y cubre la epidermis de la tierra, y esa pieza sigue oculta en algún lugar, así me siento. Sé lo inmenso que resulta lo medible, y el poco tiempo del que dispongo. Contar cada una de las hojas, cada uno de los nudos escondidos en los árboles, sería tarea inútil. Y sin embargo ése es mi deseo, una suerte de ser no sólo circunstancia, no sólo deriva, sino ser el que cuenta, y tiene en el número una partida, una razón para seguir el ritmo, como si fuesen pasos orientados hacia algún lugar, donde no perderse, donde mantener despierto el pensamiento, aunque sigan cerrados los ojos, y ronde el sueño.

lunes, 29 de agosto de 2011


No quiero recurrir una vez más al tópico de que en el sur, encendidas las brasas, nos arrojamos en los brazos de la desidia, y la indolencia, para sobrellevar con cierta dignidad estas quemaduras que llegan hasta los tuétanos y disipan el entendimiento. Ayer, la niebla suspendida sobre los árboles dejaba caer unas gotas de agua, y mis ojos se oscurecían. Hoy, al amparo de un aire desnaturalizado, que viene en llamarse climatizado, me refugio en la mentira, en la negación, sin saber qué mirarán mis ojos con tanta luz que ahí, en la calle, pugna por descubrirme, aún más cobarde, más miserable, de lo que era ayer.

sábado, 27 de agosto de 2011


La víspera con su aguijón desnudo inyectando dolor, y a la vez el necesario consuelo para seguir viviendo. El regreso a la vida diaria borra todo lo acontecido hasta hoy, deshace las imágenes almacenadas, diluye el eco de las conversaciones , los recuerdos esparcidos como hierba seca que no se recoge. Fue la dicha un sueño igual que la escritura, tan incierto e irreal como un alcohol que se destila sólo para quemar.

domingo, 21 de agosto de 2011

Elogio del aguardiente de hierbas.
Tuvieron que ser los monjes preocupados por los feligreses que asistían a los lugares de devoción y que después de orar celebraban copiosas comidas, los que vinieran a inventar el aguardiente. O tal vez fue el fervor por hacer que las madrugadas de esos mismos feligreses fueran menos frías al salir de casa, en las duras jornadas de trabajo invernal.  Fuera lo primero o lo segundo la verdad es que la destilación de los alcoholes debió significar un avance científico tan importante o más que el de la rueda o el arado. Por estas tierras del noroeste, en plena ribeira sacra, el nombre de la comarca dice ya mucho al respecto, las distintas órdenes , benedictinos y cistercienses, se especializaron en la obtención de un aguardiente, de color blanco y alto poder calorífico, ideal para despertar a los muertos allá donde estuvieran. Después idearon una fórmula para paliar la dureza de los alcoholes, a partir del añadido de  hierbas aromáticas que le daban al líquido un tono verde, más o menos turbio, en función de la delicadeza de las manos que lo hicieran.
Pero voces autorizadas dicen  que fueron impíos labradores los que descubrieron el aguardiente como bálsamo para ahogar las penas, y soportar el miedo, construyendo retorcidos alambiques que recuerdan las cocinas del infierno. Con esos instrumentos del hereje se acercaron si cabe más a Dios. La prueba más certera de esto serían las queimadas, invocaciones profanas muy extendidas por todas estos lugares, y las meigas sus dueñas aquí en la tierra.
Luego los hombres de fe se apropiaron de la bebida milagrosa. Y ya se sabe donde hay negocio ahí están siempre los hombres más realistas, y a la vez más escépticos. Ellos conseguirían un alcohol suave en apariencia, y de hermoso color, más cercano a su gusto. Durante siglos mantuvieron encendida la llama del Señor celebrando rituales que hoy la plebe sigue con la misma devoción. A Dios lo que es de Dios y a los hombres la esperanza, pues sea en el cielo o en el infierno tiene que seguir habiendo aguardiente para todos.
 
 

jueves, 18 de agosto de 2011


La literatura tiene algo de liturgia: aspira a convertir lo normal y corriente en memorable. Cuánta verdad encierran las palabras con las que Justo Navarro acostumbra a nombrar las cosas, a hilvanar sus pensamientos, sin ánimo ninguno de imponernos su punto de vista, pues ya previamente ha adquirido la suficiente distancia frente a la realidad o la ficción que quiere trasmitirle al lector. Visitamos Guimaraes hace más de una semana, una ciudad relativamente cercana a la frontera española. En poco más de una hora llegamos desde las tierras orensanas, que en su día pertenecieron al reino galaico-portugués, a una pequeña ciudad cuyo encanto reside en su belleza, una belleza serena, pausada, que no pretende nunca impactar al visitante, sino trasmitirle la impresión de que una ciudad puede ser también el lugar adecuado para vivir, para fortalecer su anhelo de estudio y conocimiento, de recogimiento y al mismo tiempo de vida social.   
Y esa belleza el visitante no deberá buscarla en los museos, que los hay y muy interesantes como el  Alberto Sampaio,  sino en el paseo sosegado y curioso por calles y plazas, dejándose llevar por el ritmo de la vida diaria, que es la que verdaderamente hace que una ciudad sea o no habitable. Guimaraes guarda la esencia de una verdad que difícilmente se compra o se vende, y por eso resulta entrañable recorrer sus viejas callejuelas en busca de un lugar en el que pudiéramos pensar que ser feliz es aún posible, quizás como en la literatura, ese refugio donde la memoria permanece fiel al sueño de la felicidad.


martes, 16 de agosto de 2011

Pájaros mecánicos vuelan nerviosos buscando un lugar tranquilo donde posarse, llenar  su vientre de agua y levantar el vuelo. La tierra abrasada se lamenta, pide desesperadamente una tregua, un día y una noche oscura que calme el dolor, que paralice la fiebre. El aire deshace las últimas sombras, enciende el opio del termómetro, que diría Trapiello. Yo busco un escondrijo, lejos de la superficie, para hincar las rodillas y suplicar a los Dioses un poco de misericordia, en forma de lágrimas.

lunes, 15 de agosto de 2011

Dos citas de Las troyanas, de Eurípides :
“ Los muertos olvidan el dolor “.
“A mi esposo le ofrecía una lengua silenciosa, y un semblante tranquilo”

domingo, 14 de agosto de 2011

  Tal vez presentía la lluvia, y por eso apresuraba el vuelo, solitaria, en busca de algún alimento. La silueta , perfectamente definida, bajo unas nubes aborregadas, se desplazaba suavemente, como si el aire la llevara sin resistencia. Los árboles sedientos ocultaban una presa invisible. Y ella, paciente, dibujaba círculos cada vez más pequeños, evitando una posible huida.
  Ahora que el cielo deja caer una lluvia menuda que agradece la tierra, y se oye este silencio humilde, me pregunto qué habrá sido del ave. Qué presa habrá caído en sus garras, o si el vuelo ha sido tan inútil e innecesario como estas palabras mías que se deshacen bajo esta lluvia.

martes, 9 de agosto de 2011

Cómo deja el tiempo señalada la piedra. De ahí este silencio encendido, estas huellas que  resisten el sol y la lluvia, el viento que trae olvido. Qué palabras dichas, susurradas,  guardarán estas piedras. Qué engaños y deseos no cumplidos permanecen aquí cubiertos de musgo, bajo estas sombras que pugnan por no desfallecer. He oído la música que deja el viento  cuando pasa, cuando reconoce en  esas hojas caídas  su cara y su cruz. El viento , el único forastero  que regresa , sin miedo, para hablar con los ausentes, los que dejaron aquí sus sueños enterrados entre piedras  mudas, y  que hoy se defienden como pueden.


sábado, 6 de agosto de 2011


Seguía lloviendo, una lluvia menuda que acaricia las hojas de los carballos, la hierba segada hace sólo unos meses pero ya necesitada de agua. Llovía dulcemente, pausadamente, cuando sonó el teléfono. Una voz cálida , al otro lado, la de Rafael Adolfo Téllez, una voz que en su obra poética alcanza a tocarnos en lo más hondo, llegaba ahora desde tan lejos, hasta estas tierras del noroeste, hasta estos prados donde aún pace el ganado en las mañanas de agosto. Rafael acaba de publicar en La Veleta su  nuevo libro Los poemas de Joseph Uber. Las horas , los días, posteriores a una publicación tienen algo de maravillosamente irreales. Uno cree que el mundo gira en torno a esas páginas escritas, uno desea que los ojos del mundo se posen sobre las letras , los versos, los poemas, como ahora esta lluvia que acaricia la hierba sobre el sueño más antiguo del  hombre.

viernes, 5 de agosto de 2011

La cigüeña segura en su nido divisaba la quietud de la tarde, y los campos segados casi desnudos. En lo alto su cuello levantado dibujaba una ese elegante. Su pico delgado, sus ojos claros, parecían ajenos a este paisaje de castaños y robles, de arroyos que descienden entre  viejas sombras amigas.  Y sin embargo no extrañaba las nubes que lentamente descendían para acostarse en el valle, acomodando su cuerpo a la noche, a esta noche fría que viene sin amenazas.   
Sin rastro de nubes en el cielo, salí temprano para ver el prado despertándose. La mañana traía el sol hasta las ramas más jóvenes de los castaños plantados no hace mucho tiempo, y oí el ruido de los grajos al otro lado de la finca, cerca de la orilla, al lado del camino. El día parecía complacido, pero según avanzaban las horas llegaron también algunas nubes.  Una franja azul pugnaba entre los tonos grises que presagian lluvia. No sé si esas nubes iban o volvían de la sierra. Pero sí pude ver, detrás de los árboles que siguen la línea fría del riachuelo,  un arco cruzando el cielo casi oscuro, y los colores que hacen de un paisaje algo único, como si se tratara de un sueño.

miércoles, 3 de agosto de 2011

De sur a norte, o más exactamente del sureste al noroeste, no sólo cambia el paisaje y la temperatura, las nubes, o el viento,  también cambia uno , como si el que eres tuviera que adaptarse , y acomodar la mirada, y el pensamiento a lo que examina. Y si eres aquello que miras,  también eres lo que reflejas. La hierba del prado casi seca, los robles algo más desnudos, te dan la bienvenida. Mañana, la luz dirá dónde estamos.  

martes, 2 de agosto de 2011

Nada tan incierto como la partida. Lo que ha de llegar tiene mucho, demasiado quizás, de sueño y de deseo. Y quién puede hacer realidad lo que no nos pertenece y es, sólo eso, una posibilidad. Pero en ese desafío está la vida, con todo el esplendor que es capaz de guardar para nosotros. Que seamos merecedores de ello de quién depende.  

lunes, 1 de agosto de 2011


Y otro poema de Heberto Padilla.
( En este poema Padilla no está tan lejos de Valente )

Pero el amor


Sea la muerte de capa negra
y su aureola de un amarillo intenso
y tenga las costumbres que a ella le dé la gana;
pero el amor que sea
como se practica en los trópicos:
cuerpos en pugna con la tenacidad del mediodía,
espaldas aplastando la yerba calcinada
donde el verano esconde sus pezuñas de pájaro,
y humedades mordidas,
impacientes,
y el rasguño en cal viva
bajo el chorro solar.


 

De "El hombre junto al mar"  1981

viernes, 29 de julio de 2011

Dos poemas de Heberto Padilla




POÉTICA


Di la verdad.
Di, al menos, tu verdad.
Y después
deja que cualquier cosa ocurra:
que te rompan la página querida,
que te tumben a pedradas la puerta,
que la gente
se amontone delante de tu cuerpo
como si fueras
un prodigio o un muerto.






DICEN LOS VIEJOS BARDOS

No lo olvides, poeta.
En cualquier sitio y época
en que hagas o en que sufras la Historia,
siempre estará acechándote algún poema peligroso.
PARA ESCRIBIR EN EL ALBUM DE UN TIRANO


Protégete de los vacilantes,
porque un día sabrán lo que no quieren.
Protégete de los balbucientes,
de Juan-el-gago, Pedro-el-mudo,
porque descubrirán un día su voz fuerte.
Protégete de los tímidos y los apabullados,
porque un día dejarán de ponerse de pie cuando entres.


                                              Heberto Padilla ( Fuera del juego)



Qué premeditado silencio esconde una de las voces más importantes de la poesía en lengua española.

jueves, 28 de julio de 2011

Parece que la libertad nos ha dejado dormidos, como viejos reptiles que buscan en el sol su alimento. Lejos el mismo sol hiere los labios sedientos de esos hombres que caminan ciegos hacia el ocaso. Sin más pertenencias que el miedo y el hambre, y sin ninguna esperanza. Aquí cerca, te das la vuelta, para que tu cuerpo no sufra con la misma postura, y acercas una bebida fría, aromatizada con unas gotas extraídas de una mondadura de color verde, y dos o tres granos, de una especia que no conoces. Gin Mare, qué bonito nombre para una ginebra.     

jueves, 21 de julio de 2011

De nada sirve justificarse. El sopor de la canícula, día tras día, penetra con más ahínco en la casa, la rutina se aferra a la piel dejando su marca, y el tedio convierte las horas en un tiempo que se derrama inocentemente. Nada parece capaz de empujar el cuerpo hacia delante, sacándolo de su derrota, de una costumbre aceptada. Porque nadie puede mirar con tus ojos, advertirte de que eso que tú no ves como un peligro puede dañarte. Nadie puede errar por ti, y luego sentir la dicha que sólo se alcanza cuando uno apuesta y lo arriesga todo.   

domingo, 17 de julio de 2011

Hoy, el mar estaba picado, con olas pequeñas que traían revueltas las aguas. En la playa el viento levantaba la arena más fina, doblando las sombrillas como pañuelos. Pronto se quedó la playa casi desierta, más propia de los días de otoño, cuando la gente abandona los baños hasta el verano siguiente. Y sin embargo el agua no estaba fría, y el sol dejaba tranquilos los cuerpos tumbados en reposo. Leí algo, entre líneas, anotaciones sobre la tragedia, que se ya se insinuaba en Homero. Esa será la lectura de este verano, alguna obra de Esquilo, Sófocles, y Eurípides, en un intento de hacer menos profundo ese vacío, y menos dolorosa mi ignorancia. 

jueves, 14 de julio de 2011

Sigue julio su pauta. Apenas deja un resquicio, una salida. Y poco a poco el cuerpo se acostumbra, y acepta sin rebeldía que los días no merecen nada. Bajo este sol, cubierto de humedad, la imagen del infierno es un calco certero de las ruinas, de estas tierras que hierven como el azogue. Cuando llega la noche, algunas noches tan sólo,  se calma la fiebre y parece que una brisa dulce llama a la puerta. Me levanto y veo que nadie camina, y ahí están los cuerpos suplicando la gracia que los devuelva a su sueño, a ese sueño que apaga las llamas como se apaga una vela, juntando los labios.

miércoles, 13 de julio de 2011


A veces el destino es un mero trámite cuando intuimos que todo es más que posible, más que probable, sólo un mero trámite y cuestión de tiempo. Ese tiempo ha transcurrido deprisa, más para unos que para otros, pero ha sido un tiempo bien aprovechado por Aitor Lara. Atrás han quedado aquellos años sevillanos, tan plenos en el recuerdo como lo fueron de vida. Aitor se defendía entonces desvelando la otra cara de una ciudad como Sevilla, siempre hay un lugar para la belleza al margen de los bienpensantes. Su mirada era despierta y no dejaba nada por mirar, ni por vivir, nada que lo alejará un simple prejuicio. Lo que vino luego, al cabo de los años, fue verlo como fotógrafo. Su obra parece decirnos el respeto que siente por los grandes maestros de la fotografía en blanco y negro, pero guarda de aquellos años de descubrimiento la devoción por lo fronterizo, y lo oculto, por esos mundos que la mirada del artista es capaz de trascender, de elevar sobre una realidad tantas veces maltrecha, y relegada a las sombras. Su obra tiene una fuerza inusual en estos tiempos donde degustamos mejor la mermelada que los arenques, y el artista es demasiadas veces una vedette sin fuste ni agallas. Esa fuerza, que es honradez, honestidad, lo salvará del olvido. Pero no será fácil que su obra pueda digerirse. Ya se sabe, sólo el tiempo le concede al destino la razón.





miércoles, 6 de julio de 2011




Qué raro resulta encontrar un banco donde se sientan cómodos dos viejos amigos, tan celosos cada uno de sus manías y sus caprichos. Lo mismo ocurre cuando coinciden en un mismo lugar, en un único soporte dos disciplinas artísticas , tan ajenas siempre la una de la otra, e igualmente celosas cada una de ellas de su propio mundo. Las aventuras estéticas que combinan poesía y pintura no siempre alcanzan los resultados deseados. Pero cuando eso ocurre lo que resulta de ambas sobrepasa la suma de las partes . Ese es precisamente el mérito de un libro como Nord-Sud de Juan Manuel Bonet y Bernard Plossu o de Bernard Plossu y Juan Manuel Bonet. Nadie diría si las imágenes han sugerido los versos o si a través de la palabra el fotógrafo ha ido descubriendo la realidad más cercana a esa ficción verdadera que es toda literatura. Si las fotografías sugieren más que señalan caminos posibles, los versos de Bonet nos acompañan como si fueran los ojos del lazarillo por los que descubrimos el mundo. Su certeza y su cercanía hacen que el secreto de la imagen se revele, ofreciendo una verdad que el lector enseguida comparte, y al mismo tiempo con el convencimiento de que la intriga que cualquier imagen anónima encierra en sí ha sido ya desvelada. Esta tarde he vuelto a ver La lista de Schindler y aún resonaban en mi aquellos versos del Reloj funcionalista que había leído unas horas antes : Reloj mide las horas/ de una Europa libre, feliz.       

martes, 5 de julio de 2011

Buscar entre las letras como si fueran semillas. Dejar a un lado las picadas por algún insecto, las que ya están secas, las moribundas. Separar con delicadeza las más débiles de las otras, las que uno piensa que serán útiles, y aguantarán el invierno. Áquellas que sin compañía sabrán resistir la soledad, y se harán fuertes en su tarea. Escoger sólo unas pocas para hacer con ellas una línea recta y segura, cubriéndolas de la mejor tierra, y esperar, esperar, a que la noche pase su mano, y un buen día puedas ver en sus hojas algún pensamiento, o el fuego que acompaña.

lunes, 4 de julio de 2011

Cómo se cubren los días, cómo se esconden . La luz del futuro esquiva la tormenta, la incertidumbre que se propaga como una enfermedad, y se extiende sobre los cuerpos, y los actos, con minuciosa calma. Sigues, en pie, y llevas tus manos hasta el vacío. Lo que ellas puedan coger vuelves a dejarlo a su suerte.

sábado, 2 de julio de 2011

Hay lugares para vivir , y lugares extremos donde a la vida se le pide esfuerzos demasiado costosos, y casi siempre inútiles para hacerla más grata. No recordaba los veranos vividos en Sevilla, ni el calor que obliga a recluirse, a pertrecharse de la mejor manera posible en casa, buscando alguna corriente de aire o la sombra de un patio, cuando no se dispone de aire climatizado, ese aire que la electricidad muta en falso viento de diciembre, y al que uno se acostumbra con facilidad. De estos días pasados en Sevilla quedan sólo algunas imágenes de la ciudad, y sobre todo las exposiciones de José Miguel Pereñíguez en la galería Rafael Ortiz , y  Juan Francisco Isidro en la sala de Santa Inés. Ha sido una sorpresa descubrir a este último artista que de no haber fallecido tan prematuramente, con apenas 32 años, hubiera realizado una obra importantísima, a juzgar por los cuadros seleccionados en esta exposición, en esas  piezas en las que la fotografía le permite investigar sobre el tiempo como la suma de esos instantes falsamente idénticos, y fundamentalmente en sus últimos trabajos sobre madera, donde espíritu y materia convergen en ese camino del arte, en la fundación de un espacio mítico.  Por cierto  el colegio de arquitectos de Almería organizó una exposición póstuma de Isidro, en el año 1994. De los dibujos de Pereñíguez, lápices y grafitos, queda la huella de un artista con un imaginario que indaga en el misterio de la muerte, a través de objetos que él mismo construye, como paso previo para poder más tarde dibujarlos. Pequeñas piezas, brocales que esconden y al mismo tiempo desvelan el abismo,  cajas o urnas funerarias, construcciones levantadas como túmulos, todo un espacio que representa el espacio de la memoria, en un mundo como el nuestro donde ya no queremos que quede memoria de la muerte.  
 
Juan Francisco Isidro

José Miguel Pereníguez






miércoles, 29 de junio de 2011



COMO AYER, COMO MAÑANA


Siguen en el aire, desafiantes,
inútiles, pensarán algunos.
La luz herida de la tarde
resume lo que vale el día.
Alguien los barre de su casa,
ensucian los cuerpos más jóvenes,
y a los viejos no les queda ninguno.
Daría todo lo que tengo:
mis primeros libros,
esa acuarela que pudo
haber firmado Friedrich,
una mano, por supuesto,
la izquierda,
para que alguno de ellos
no se cumpla,
aquél, por ejemplo, en el que el agua
se lleva unas hojas, y el sol
está desnudo,
y de repente regresan
las mismas aguas, y el cielo
se abre, y una voz me susurra
no mereces este sueño,
no es justo que tanta felicidad
sea tuya.
Pero esa voz no consigue
despertarme.
No estoy solo,
a mi lado, ella me dice
que no tema, ya pasó la tormenta,
y el río sigue su curso,
como ayer, como mañana.

lunes, 27 de junio de 2011

Igual que la tierra necesita su barbecho, tiempo destinado a fortalecer las entrañas, debería el cuerpo, y aquello que de él no vemos,  buscar un tiempo de sosiego, de protegido abandono, para acometer de nuevo su obligada y necesaria empresa, o no acometerla si ya lo ha dado todo. Nada peor que esos frutos enfermos que nacen sin esperanza, y que no sirven ni siquiera para alimentar a las bestias.

sábado, 25 de junio de 2011

Cinzas na manga dun vello. Esta noche no ha sido noche, el calor enmudecía el aire, y el cuerpo no se encontraba en ningún lugar, resignándose a pasar las horas de vigilia empapado, como el cuerpo de un animal que sabe que va a ser sacrificado. Los ojos se cerraban suplicando algún alivio, pero la oscuridad crecía , sin dejar un resquicio, un rincón frío en las sábanas mojadas. Así pasaron las horas, hasta que el día fue abriéndose y dejó un hueco por donde el aire entró despacio. El sueño retrasado duró poco, y sin embargo nos mostró cómo era antes la noche, y cómo éramos nosotros. Pero el sol pronto ocupó de nuevo la mañana. Entró con furia, arrepentido por habernos dado una tregua. La compasión es una virtud que no conoce. Y eso causa tristeza y dolor, no tanto por él, sino por nosotros, tan desasistidos e indefensos como esos animales cuando intuyen que ha llegado su hora .

miércoles, 22 de junio de 2011

Nada puede detener el día, pues sigue su curso dejando atrás lo que es sólo recuerdo. Miro los muros blancos, quemados por el sol. La hora marca un tiempo que ya es historia, y fiel deja sus señales. Nada permanece más allá de un instante, el que guarda el aire mientras la luz se va escondiendo. Y esta pérdida y la conciencia que tenemos de ella nos define como seres que miran el mundo sabiéndose únicos, por ese mismo hecho. Celebro con dolor este tiempo que huye, que se aleja de mi, sólo así puedo intentar la vida. Si queda algo de este instante guardo un poco de fe en el futuro.

lunes, 20 de junio de 2011

No es sólo la luz que no se agota en la tarde, incansable, la que hace las horas más lentas, y sin salida. No es sólo ella la que acompaña, como hoy, a esa sensación de límite, de lugar cerrado, donde la respiración tropieza hasta sentir ahogo. No es la ciudad,  pequeña, distraída únicamente ante el bullicio del paseo, y el alborozo de las gentes en su ir y venir, haciendo gala de su resignación, mostrando una belleza ajada, como de otro tiempo. Tampoco es el silencio que traspasa la piedra, cómplice, de tanta luz, y tanto recogimiento y abandono, y pereza. Es algo que se esconde en todo eso, y sólo aflora algunas tardes, cuando sin rumbo recorro las calles, detrás de una sombra, y esa sombra se derrumba ante lo incierto.

sábado, 18 de junio de 2011

Nosotros, aquí, tan inseguros frente a los días, creyendo que soportamos el peso del mundo cuando nos inquieta algo y conseguimos sobrellevar esa adversidad. Tan ciegos, tan equivocadamente perdidos, que no somos capaces de ver a nuestro lado la verdadera suerte de aquellos que viven atrapados, desesperados. El fuego nos quema antes de encender la llama, como quema a los cobardes. El nombre de la sombra nos da miedo, si amaga y se acerca parece que morimos. Pero hay otros que sí saben sufrir, su destino es ése, su vida ha sido siempre una caída. La dignidad es suya, como únicamente es suyo el futuro.

viernes, 17 de junio de 2011

Cada tarde, cuando el sol decae, salgo al rellano de la escalera donde me espera una vieja areca. Estuvo en la casa algunos años,  hasta que las hojas cerraban el paso y tuvimos que cambiarla de sitio. Lleva más de tres lustros con nosotros, y nos conoce bien. En este tiempo ha sufrido olvidos y penas, descuidos en el riego, en la mirada que necesita, y no reclama.  Pero ella resiste. Me sorprende su valor, su entereza. Cuando el agua pasa por sus hojas sé que lo agradece. Sus varas nuevas enfilan el aire como espadas. Me veo en ella cada tarde, encarada hacia la luz, con sus tallos nuevos, aún débiles, y las viejas hojas más necesitadas esperando que uno de nosotros se acerque, aunque sólo sea por piedad.

jueves, 16 de junio de 2011

Cuando todo parece que se cae llego hasta el mar. Allí la luz, siempre distinta, me recibe. ¿ No es un privilegio saber que está ahí ?, a pocos pasos de tu casa, y fiel a su destino. También él espera que alguien pase su mano y apague las últimas brasas. Su murmullo parece decirnos que todo acaba, que principio y fin son lo mismo. Y mirando esa fina hoja de agua adivino las horas que han de llegar, y aprendo que ni siquiera el mar está libre de sentir la furia de ayer y de mañana.