En la mañana resplandeciente, las hojas hermosean después
de la lluvia de ayer. El sol sentado sobre nosotros deshace
los nublos que quedan y arroja una
nueva luz. Si me escondo bajo las ramas es para no olvidar las
sombras que vienen, todas esas sombras que mi cuerpo olvida con demasiada facilidad.
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domingo, 30 de septiembre de 2012
viernes, 28 de septiembre de 2012
Dancing de Ferrara
No debe quedar ni
rastro de aquel dancing al aire libre
abierto en el año 1946, muy poco después de terminar la guerra , en Ferrara, el
de las afueras de Porta San Benedetto, en
la curva del Doro. Tuvo que ser un lugar
alegre, como lo fueron siempre los dancing. Pienso ahora en aquel otro, a orillas del douro, el Brístol dancing
club, motivo de alguna portada de la famosa revista portuguesa ABC, del año 1927, ilustrada por
Jorge Barradas. El de San Benedetto fue, supongo, un lugar donde olvidar las
miserias de aquellos años, y el intenso frío de los inviernos ferrarenses.
Nada consuela tanto como posar la mirada sobre unos cuerpos que unen belleza y
armonía. Pero sobre todo aquel dancing, un local modernísimo, a la americana,
según cuenta Giorgo Bassani, fue un magnífico lugar para esconderse, pues ya se sabe
que sólo el hombre delata y traiciona cuando se ve acorralado. La guerra es una
prueba, y deja su marca, sobre todo en la conciencia. También en la de los
supuestos vencedores. Allí, en las afueras de Porta San Benedetto, muchos de ellos
intentarían borrar las huellas de la memoria. Me pregunto , qué habrá sido de aquel local,
de las veladas que amenizaban pequeñas orquestas, y de aquellas jóvenes muchachas
que hoy recordarán la suave caricia de una noche de estío y la melodía de alguna canción que el tiempo ha ido
embelleciendo.
martes, 25 de septiembre de 2012
Sí, cruza el
viento la calle y ese muro de piedra adornado con dos viejos jazmines, las flores
no se distinguen entre lo negro que va dejando el hueco de la noche. Sí, llegan, por fin, las
horas que hacen que la vida parezca obligada a recogerse, a buscar refugio, en algún
lugar donde cuidar el cuerpo o más bien esconderlo. Nada tan cierto como este
continúo movimiento que apaga las luces, y entierra las promesas que ofrecieron un verano como ese que recordarás siempre.
Nada, sin embargo, parece que rehuya este día. Si estás aquí, y ves la mano que
se le aleja , y el sueño, y la costumbre , ofrécele la puerta abierta. Quieras
o no, avanzará su paso sobre ti. Dale, pues, la bienvenida , nada resulta tan llevadero
como un dolor aceptado, un dolor que
sabes para ti. Aunque , hoy, te cueste
creerlo también pasara. Todo llega y todo se aleja. El viento cruza ahora la
calle, y empuja esas hojas cansadas no se sabe hacia dónde.
jueves, 20 de septiembre de 2012
La tarde sigue siendo tozudamente húmeda, a
pesar del viento que trae y lleva sin rumbo esos mínúsculos grumos blancos, tan
blandos y dóciles como indefensos. No quiere la lluvia deshacerse de este aire
caliente que como miel derramada se queda dentro de los poros, y obstruye la
respiración. Por eso sudan también los árboles necesitados de alguna
misericordia. No quiere la lluvia traer el descanso, una paz merecida después
de haber atravesado el desierto, durante más de 40 días. Viajan esas nubes sin
cumplir su promesa, a trompicones, de un cielo sumiso a un lugar sin nombre.
Aquí bajo la arboladura de hierro la ausencia del pájaro delata una tarde larga,
las cicatrices que el sol va cincelando en el ojo.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Me gusta creer que el origen de Ferrara, la ciudad italiana, proviene no de la raíz ferro, y por
tanto de lo que pudiera ser un lugar rico en ese viejo metal, sino de farro, una
espiga de trigo duro que cultivaban los romanos. Este origen cercano a la
tierra y las cosechas la hace más terrenal y humana, más menesterosa y tal vez
por ello igualmente necesitada y pulcra. Mi hijo llega esta noche a Ferrara, ojalá que algo de la fortaleza que guardaban aquellas espigas sea suya
.
.
jueves, 13 de septiembre de 2012
Que llegue el frío como un automóvil ruidoso atropellando la
calma, la aridez de estos días indecisos. Que llegue rápido, sin demora. Sueño
con su abrazo y sus golpes , con algo
que aleje esta extenuación, este largo y cansino verano que no suelta su presa y
lame hasta la desesperación mi cuerpo. Que llegue algo que no sea este tedio, esta
triste espera, o que llegue alguien y abra su caja de truenos y llueva
torrencialmente, y pueda sentir dolor o miedo, sentirme.
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