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martes, 27 de septiembre de 2011

El primer pensamiento de la mañana: Parece que otra vez el miedo entra en la habitación para que el mundo lo vea.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Paco de la Torre, y la Ciudad revisitada

No es raro que sea  Paco de la Torre, con esta obra incluida en la exposición Almería, la ciudad revisitada, quien se empeñe en abrir las Puertas de la memoria,  y enseñarnos una parte de nuestra historia, tantas veces olvidada, un olvido que ni siquiera puede justificarse queriendo de esta manera exorcizar el pasado. Paradojicamente su empeño es tan efímero como los versos de William Blake en una escuela de verano para escritores, porque esas puertas de los sentidos volverán a cerrarse otra vez, en cuanto se clausure la exposición, y  octubre nos diga adiós. El carácter perecedero de la obra,  su anunciada desaparición, es un final anhelado desde los orígenes, pues sólo lo finito alcanza a tocar lo sublime .    Pero no sólo por ello la obra logra que una imagen repetida , la de esos humildes kioscos de posguerra que camuflaban los accesos a los refugios, sea capaz de horadar la corteza que protege nuestro cerebro , y dejar allí una semilla que no ha de secarse. Paco de la Torre ha conseguido transformar la imagen en símbolo, porque detrás de ella hay memoria y vida, una historia resumida sobre una sencilla pared de un museo de provincias, hermanando pintura y arquitectura y con connotaciones de icono. Y cuando lo humilde adquiere las virtudes del espíritu roza lo trascendente. Pocas lecciones más sutiles y al mismo tiempo más verdaderas que las que dejó en Almería la escuela racionalista de Langle. Y de eso se dió cuenta muy pronto Paco de la Torre , porque es un artista de su misma estirpe. Lástima que estemos más interesados por los  baños y las sombrillas de un verano que casi agoniza que por lo que de verdad nos hace mejores.




No siempre se tiene la certeza, el convencimiento de que uno sigue el camino adecuado. Y más aún cuando las señales, las voces, los gestos, indican indiferencia , o incluso desaprobación. Pero cuando eso ocurre, cuando en contra de todo, y de todos, tú estás convencido, seguro como un árbol caído que no teme el mañana, debes seguir adelante, sin orgullo, pero sin temor. Sólo el tiempo dirá, trae y lleva a su antojo, pero en esa zozobra lo que ha de seguir se mantiene a salvo, y es , a veces, una prueba más para discernir lo que merece seguir en pie.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El cielo ha permanecido todo el día indeciso, ocultándose bajo unas nubes que iban y venían. Suelen estar estos días tan inciertos como el tiempo, como ese sol que se distrae y nos deja huérfanos, más pobres cuantas más oscuridades hay, por eso uno se acerca con desidia a las cosas, y se siente tan insatisfecho que las abandona pronto. El cuerpo sigue amordazado, mientras miro los libros caídos sin poder acercarme a ellos, y sin deseo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Un jardín japonés en el desierto. El silencio traído hasta aquí, con sus gotas de rocío, y sus brotes llenos de delicadeza. Una columna mira la sombra, la distancia que sólo los cuerpos en movimiento son capaces de salvar. Ni siquiera el ruido callado de las horas puede cambiar este momento, cuando luz y pensamiento se acercan, antes de que anochezca.       


jueves, 15 de septiembre de 2011

Cuando el grupo de bañistas salió del agua anochecía. Fue algo visto y no visto, recogieron sus cosas y se alejaron, dejando la playa casi desierta. Sólo quedaban en la orilla, refugiándose de los desórdenes del día, unos jóvenes. El género de la escritura traiciona lo que digo.  Era una pareja que se divertía jugando a las palas, pero más allá de ese juego, pues se movían torpemente y sin ninguna gracia en los gestos, lo que advertí fue una complicidad  impropia de su edad. Todavía a salvo de la rutina, pensé, podrán disfrutar unos años más. Fue entonces cuando miré sus cuerpos, despreocupados y nada bellos, sin una llamada a mi deseo. Un escollo menos, susurré, un contratiempo que no les supondrá ningún esfuerzo. Tomé en mis manos la cámara fotográfica, y encuadré la escena. Merecían un discreto homenaje como recuerdo. Lo que había visto hace un instante desapareció ante mis ojos. Comprendí que alguien se estaba burlando de mí.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Cerca del dolor, el de los otros, ningún motivo para pensar en algo que no sea ese mismo dolor, que a ti te espera. Por eso aparto todo deseo, y la voluntad de alejarme, pues conviviendo con él tal vez llegue a conocerme mejor, y así no trate de engañarme, ni de engañarte

viernes, 9 de septiembre de 2011



Soy de la estirpe de Joseph Uber. Los míos también vivieron las noches de invierno contemplando el fuego, la llama que no se apaga desde el amanecer. Recuerdo que el hogar nos reunía a todos, contra el frío y la tempestad. Allí, juntos oíamos hipar a la lechuza, como lo haría un recién nacido. Aún hoy me llega su lamento, y me desvela. Afuera, las piedras sufrían de soledad. Nunca las sentí quejarse, calladas respondían abrazadas, como nosotros, más cerca cuanto más oíamos azotar el viento. Cuento lo que viví antes de olvidar. Antes de huir hacia un paisaje que no conoce la furia de la noche, ni el delgado filamento que nos une a la tierra.



jueves, 8 de septiembre de 2011

Una Teoría del no mirar, esa que predica José Carlos Cataño en su diario, como una tabla de salvación sobre las aguas profundas, sobre los actos innecesarios. Si sólo con cerrar los ojos alcanzas a encontrar seguridad , y no tuerces el paso, para qué estos ojos que esconden lo que ven, desasistidos, huérfanos, en su creencia de saber que el mundo se aparta a cada paso. No mirar para que nada, ni nadie, tenga la confianza de saberse nuestro verdugo.
¿Oyes los silencios ? Cómo acuden hasta ti, de noche, y cómo murmuran. Algunos deciden sin motivo exculparte, otros en cambio, adivinan el lugar donde mas duele. Ellos saben cuánto tienes que ocultar, cuánto debes callar para que nadie sepa de ti, lo que tu ignoras. Ruedan veloces los segundos, acarician la oscura distancia que tu te empeñas en negar. Luego, la dulce voz del sueño cerrará esta caja de pérdidas, recogerá las cosas abandonadas buscándoles un lugar, tranquilo, lleno de silencios para ellas.  

martes, 6 de septiembre de 2011

Tras una tregua, inesperada, que siempre resultó un engaño, vuelven los días de septiembre terriblemente húmedos, como si rezumara una herida abierta. Elijo al azar una palabra que cuente su historia, también ella tiene derecho a desangrarse. Y si es con luz el dolor parece menos profundo. Ese es el engaño, descubrir la muerte bajo las gotas de sudor y el sol abrasador sin la compañía al menos de esa niebla que va cerrando los ojos para que te acostumbres, para que puedas ir aceptando la pérdida. Y te consueles.

domingo, 4 de septiembre de 2011





Prados iluminados un instante, mientras las nubes caminan deprisa hacia Caldelas. Sobre el Pedroso parecen mirarse como yo las miro, como se miran dos conocidos, después de transcurrido el tiempo. Agosto lleno de falsas ilusiones se enciende en las hojas, en ese traje efímero que las ramas abandonarán pronto. Y sin embargo su resplandor permanece más allá de las horas, de los días vividos.   


viernes, 2 de septiembre de 2011

Al fin llegaron, de noche, cuando el sueño nos aleja de la verdad y el daño. Casi silenciosas como animales nocturnos que cruzan el bosque sin ser vistos. Luego precipitándose sobre el asfalto, exhausto de calor veraniego, y de la insoportable sequedad del aire. Oí las gotas derramándose, repiqueteando como en un timbal unos finos mazos metálicos. Volvían a estas tierras del sur, tan necesitadas de frío como un cuerpo torturado por la voluptuosidad del día. Y abrí las hojas de mi ventana para que el agua entrara hasta muy adentro. Luego me ví bajo las aguas, dormido al fin, sin ningún deseo de volver a la vida.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Para o Brístol Club dancing


De aquella vieja ciudad, que el Douro reanima permanentemente como queriéndole insuflar a los días algo de un viejo esplendor ya perdido, solo quedan  esas dos ilustraciones de Jorge Barradas publicadas en la revista lisboeta ABC, compradas en una librería de viejo. El resto permanece en algún lugar de la memoria, pues son caprichosas las suertes del destino y uno no sabe nunca hacia qué orilla lo llevará la corriente. Oporto oculta más de lo que muestra, como si quisiera guardar para sí misma lo mejor de su pasado. Hubo un tiempo en el que parecía bondadoso el mundo a los ojos de los portuenses, era la época, años veinte, en que la ciudad se reflejaba glamurosa en aquellos Dancing Clubs. El Brístol tuvo que tener también su homólogo en Oporto. Allí las jóvenes lusas se encandilaban por la belleza que llegaba de Europa, de la mano de un art déco que realzaba la elegancia al mismo tiempo que el sueño de una cierta libertad.
Lo que vimos nosotros eran sólo sombras de aquellos años. Como turistas fuimos recorriendo las calles del barrio portuario, adentrándonos en las humildes casas que miraban el río. Luego descendimos hasta el muelle para subirnos en una de esas barcazas que pasean a los extranjeros casi hasta la desembocadura. Cerrando los ojos una gruesa brisa nos trasportaba más lejos, hacia otra ciudad, hacia otro tiempo. Era el 11 de agosto , el mismo día en que había salido a la venta aquella revista , 84 años antes. Cuando descendimos de la barcaza nos dirigimos al Bristol, la noche comenzaba a adornarse con antorchas de gas, oímos la música que sonaba en la terraza, animosa, feliz, de recibirnos. Y entramos dichosos.     




Jorge Barradas. ABC, 25 noviembre de 1920


Jorge Barradas. ABC , 11 de agosto de 1927