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sábado, 27 de julio de 2013

PERO LA BOCA



PERO LA BOCA

Pan duro para mis encías.
Esperan impacientes
la hora del té,
la conversación que calma
mientras oyen las respiraciones.
Cumplo con mi tarea,
un verso que ya escribí en algún lugar
y está perdido.
Ninguna esperanza
consigue calmar el viento.
Pobres encías, no se enseñaron
para esto.
Nace la dicha sin camino trazado.
Los huesos aprenden
dónde está el consuelo,
el agua que corre limpia.

Pero la boca,
la boca, sólo recibe tristezas.

Los días iguales




Lo que era por la mañana un muro blanco y al otro lado el azul del cielo, sin ninguna mancha ni siquiera la de esos cúmulos de nubes que a veces pasan veloces sobre este lado de la tierra, cerca del cabo, es ahora una piel deshilachada, castigada por el aire que llega de poniente, y zarandea lo que encuentra a su paso. Los días se parecen tanto como cada falsa rasilla que forma este muro. El jueves, casi de madrugada, llegaba mi hija de Puerto Vallarta. Traía en sus pies las púas de los erizos mexicanos, y el recuerdo de los grandes murales de Diego Rivera,  el de los grabados de Guadalupe Posada, y los paseos por las calles de la vieja Guanajuato y la antigua Guadalajara. Días vividos en un país que siempre será ayer, y mañana.  Ella dibuja ahora sobre el muro esos sueños.

lunes, 22 de julio de 2013

Alguien que no espera invitados





ALGUIEN QUE NO ESPERA INVITADOS


La vieja luz
de los primeros atardeceres,
tan extraña a los ojos
como una fruta áspera
que deja sinsabores.
Dispones cada pequeño recuerdo
en el mismo lugar.
No necesitan ningún viaje
para ser lo que son,
y seguir siendo.
Allí, resguardados del viento
y  la sombra
permanecen idénticos
en su quietud a lo que eran.
Breve sueño que es de otro.

La vieja luz
de los primeros atardeceres.

Su visita parece un engaño,
una pobre equivocación
para alguien que no espera invitados.