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miércoles, 29 de junio de 2011



COMO AYER, COMO MAÑANA


Siguen en el aire, desafiantes,
inútiles, pensarán algunos.
La luz herida de la tarde
resume lo que vale el día.
Alguien los barre de su casa,
ensucian los cuerpos más jóvenes,
y a los viejos no les queda ninguno.
Daría todo lo que tengo:
mis primeros libros,
esa acuarela que pudo
haber firmado Friedrich,
una mano, por supuesto,
la izquierda,
para que alguno de ellos
no se cumpla,
aquél, por ejemplo, en el que el agua
se lleva unas hojas, y el sol
está desnudo,
y de repente regresan
las mismas aguas, y el cielo
se abre, y una voz me susurra
no mereces este sueño,
no es justo que tanta felicidad
sea tuya.
Pero esa voz no consigue
despertarme.
No estoy solo,
a mi lado, ella me dice
que no tema, ya pasó la tormenta,
y el río sigue su curso,
como ayer, como mañana.

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