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miércoles, 22 de junio de 2011

Nada puede detener el día, pues sigue su curso dejando atrás lo que es sólo recuerdo. Miro los muros blancos, quemados por el sol. La hora marca un tiempo que ya es historia, y fiel deja sus señales. Nada permanece más allá de un instante, el que guarda el aire mientras la luz se va escondiendo. Y esta pérdida y la conciencia que tenemos de ella nos define como seres que miran el mundo sabiéndose únicos, por ese mismo hecho. Celebro con dolor este tiempo que huye, que se aleja de mi, sólo así puedo intentar la vida. Si queda algo de este instante guardo un poco de fe en el futuro.

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