Vistas de página en total

lunes, 20 de junio de 2011

No es sólo la luz que no se agota en la tarde, incansable, la que hace las horas más lentas, y sin salida. No es sólo ella la que acompaña, como hoy, a esa sensación de límite, de lugar cerrado, donde la respiración tropieza hasta sentir ahogo. No es la ciudad,  pequeña, distraída únicamente ante el bullicio del paseo, y el alborozo de las gentes en su ir y venir, haciendo gala de su resignación, mostrando una belleza ajada, como de otro tiempo. Tampoco es el silencio que traspasa la piedra, cómplice, de tanta luz, y tanto recogimiento y abandono, y pereza. Es algo que se esconde en todo eso, y sólo aflora algunas tardes, cuando sin rumbo recorro las calles, detrás de una sombra, y esa sombra se derrumba ante lo incierto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario