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sábado, 17 de septiembre de 2011

Un jardín japonés en el desierto. El silencio traído hasta aquí, con sus gotas de rocío, y sus brotes llenos de delicadeza. Una columna mira la sombra, la distancia que sólo los cuerpos en movimiento son capaces de salvar. Ni siquiera el ruido callado de las horas puede cambiar este momento, cuando luz y pensamiento se acercan, antes de que anochezca.       


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