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jueves, 15 de septiembre de 2011

Cuando el grupo de bañistas salió del agua anochecía. Fue algo visto y no visto, recogieron sus cosas y se alejaron, dejando la playa casi desierta. Sólo quedaban en la orilla, refugiándose de los desórdenes del día, unos jóvenes. El género de la escritura traiciona lo que digo.  Era una pareja que se divertía jugando a las palas, pero más allá de ese juego, pues se movían torpemente y sin ninguna gracia en los gestos, lo que advertí fue una complicidad  impropia de su edad. Todavía a salvo de la rutina, pensé, podrán disfrutar unos años más. Fue entonces cuando miré sus cuerpos, despreocupados y nada bellos, sin una llamada a mi deseo. Un escollo menos, susurré, un contratiempo que no les supondrá ningún esfuerzo. Tomé en mis manos la cámara fotográfica, y encuadré la escena. Merecían un discreto homenaje como recuerdo. Lo que había visto hace un instante desapareció ante mis ojos. Comprendí que alguien se estaba burlando de mí.

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