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domingo, 18 de septiembre de 2011

El cielo ha permanecido todo el día indeciso, ocultándose bajo unas nubes que iban y venían. Suelen estar estos días tan inciertos como el tiempo, como ese sol que se distrae y nos deja huérfanos, más pobres cuantas más oscuridades hay, por eso uno se acerca con desidia a las cosas, y se siente tan insatisfecho que las abandona pronto. El cuerpo sigue amordazado, mientras miro los libros caídos sin poder acercarme a ellos, y sin deseo.

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