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domingo, 29 de abril de 2012



Cruzo un jardín corrupto, lleno de sueños, construido con falsas piedras, y setos inexistentes. La suerte se ejercita en cada rosa, suspendida entre la niebla y el fuego de los días. Crece el milagro de la dicha de la misma forma que crece la sombra, su respiración camina a mi lado, inútil y necesaria. El jardín guarda en mis ojos silencios que adivinan algunas certezas. Pero sobre todo la flor más bella, su nombre es incertidumbre, una raíz que se alimenta con el miedo.

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