Cruzo un jardín corrupto, lleno de sueños, construido
con falsas piedras, y setos inexistentes. La suerte se ejercita en cada rosa,
suspendida entre la niebla y el fuego de los días. Crece el milagro de la dicha
de la misma forma que crece la sombra, su respiración camina a mi lado, inútil y
necesaria. El jardín guarda en mis ojos silencios que adivinan algunas
certezas. Pero sobre todo la flor más bella, su nombre es incertidumbre, una
raíz que se alimenta con el miedo.
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