Cumplen algunos con los preceptos de la retórica y perfilan
el resplandor de lo perfecto, la forma última alimentada con erudición y método,
pero olvidan que un cuerpo envejece y pierde precisión, también consistencia
, y que cuando eso sucede lo que queda, si ya el traje o la armadura no recubre
los huesos, se enfrenta a una prueba mayor. Y entonces de qué poco sirve el patrón elegido, la destreza y la técnica. Desnudos, y hermosamente solos, frente a frente.
Tan libres, tan esclavos, unos y otros.
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