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martes, 30 de agosto de 2011

En el bosque de la razón.

Como un caparazón que no alcanza a comprender lo que pasa más allá de él , porque sigue permanentemente extasiado, imantado sobre un centro al que debe proteger, así me siento. Como una pequeña pieza perdida en un bosque, donde la maleza ha crecido desde el último otoño y cubre la epidermis de la tierra, y esa pieza sigue oculta en algún lugar, así me siento. Sé lo inmenso que resulta lo medible, y el poco tiempo del que dispongo. Contar cada una de las hojas, cada uno de los nudos escondidos en los árboles, sería tarea inútil. Y sin embargo ése es mi deseo, una suerte de ser no sólo circunstancia, no sólo deriva, sino ser el que cuenta, y tiene en el número una partida, una razón para seguir el ritmo, como si fuesen pasos orientados hacia algún lugar, donde no perderse, donde mantener despierto el pensamiento, aunque sigan cerrados los ojos, y ronde el sueño.

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