Tal vez presentía la lluvia, y por eso apresuraba el vuelo, solitaria, en busca de algún alimento. La silueta , perfectamente definida, bajo unas nubes aborregadas, se desplazaba suavemente, como si el aire la llevara sin resistencia. Los árboles sedientos ocultaban una presa invisible. Y ella, paciente, dibujaba círculos cada vez más pequeños, evitando una posible huida.
Ahora que el cielo deja caer una lluvia menuda que agradece la tierra, y se oye este silencio humilde, me pregunto qué habrá sido del ave. Qué presa habrá caído en sus garras, o si el vuelo ha sido tan inútil e innecesario como estas palabras mías que se deshacen bajo esta lluvia.
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