VUELTA
Asomaban las primeras sombras mientras el agua
de lluvia cubría el asfalto, lleno de cráteres, los pies
hundidos en sus oscuras
cavernas , y el frío y el miedo en las piernas, en lo más profundo. Y aún así decidimos subir por la montaña
hasta las cruces. En
lo alto era menor el remordimiento, más intensa y libre el ansia, el pecado
pequeño si la vida bullía mientras alguien encendía unas luces a lo lejos. Una estampa de la ciudad marítima dibujada en
el horizonte, con sus azules caídos y la
arboleda cada vez más silenciosa, llena de enigmas, como aquellas cuentas que
cada uno desgranaba entre excusas, y la
inconsciencia y la fiebre que se desata si
alguien profana el orden.
Después
la vuelta. El temor cumplido, y las rodillas en el suelo . Y
otras luces también ardiendo junto a unos lirios. Qué paz entonces, cansados
los cuerpos de la aventura, frente a las hojas y el rostro sereno de una
imagen.Y
la invocación y el rezo que sólo alcanzaba a pedir algún
consuelo, y un castigo menor.
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