Construir un volcán, con su abismo de fuego y de
pureza . Arrojar a sus fauces el
cansancio que sucede a todo lo vivido, las sospechas, el hurto, la condena que descubres al doblar el tiempo. Encontrar en el fuego sólo alivio, la
oscuridad y la huella que resiste, y todo el silencio que llega, más tarde,
cuando no queda nada, y el testigo no conoce los motivos de la destrucción.
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