Vistas de página en total

jueves, 10 de mayo de 2012


El cielo ha permanecido todo el día sin un rastro de sombra, como un cristal que deja pasar los rayos y se enciende, y calienta el aire como una brasa. Así de repente, sin conceder una pausa al invierno, alejando las mañanas templadas cuando el cuerpo se despierta y lo celebra, para urdir estos días que llegan. Este fuego reclama impurezas. Bienvenidas de nuevo si despiertan del letargo las pieles enfermas, si zarandean el uso y el sentido de nuestros actos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario