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lunes, 25 de abril de 2011

Por qué este empeño, si de nada sirve querer cambiar la dirección del viento. Otro día termina sin dejar rastro, ni una sola cosa que merezca salvarse. La luz se va sin hacer ruido, como si alguien fuera soplando unas velas enfermas, ya sin aliento, para después cubrir con un manto de sombra las vetas del crepúsculo. Siento su amenaza, el destino que abre y cierra cada día este círculo. Más allá, lo que queda es hundir los ojos en la noche.

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