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sábado, 23 de abril de 2011

Luce el sol desde hace unas horas. Nada parece detenerlo, ni siquiera el rastro de unas nubes que dejan sus flecos desperdigados. Contra la voluntad del sol todo es inútil, por eso los hombres han ido acomodando sus costumbres, su manera de ser incluso, a su presencia. Ayer, las sombras también decidían por nosotros, pero se acomodaban mejor a un tiempo de pasión . Muerte y resurrección, lo son, si cabe, aún más entre tinieblas.
Y esto lo dice alguien que ni siquiera ha pisado estos días las calles de una ciudad, que como muchas otras  ciudades de nuestro país, cuando llega Semana Santa, se llena milagrosamente de un fervor religioso. Eso sí, un fervor pasajero.

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