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sábado, 27 de julio de 2013

Los días iguales




Lo que era por la mañana un muro blanco y al otro lado el azul del cielo, sin ninguna mancha ni siquiera la de esos cúmulos de nubes que a veces pasan veloces sobre este lado de la tierra, cerca del cabo, es ahora una piel deshilachada, castigada por el aire que llega de poniente, y zarandea lo que encuentra a su paso. Los días se parecen tanto como cada falsa rasilla que forma este muro. El jueves, casi de madrugada, llegaba mi hija de Puerto Vallarta. Traía en sus pies las púas de los erizos mexicanos, y el recuerdo de los grandes murales de Diego Rivera,  el de los grabados de Guadalupe Posada, y los paseos por las calles de la vieja Guanajuato y la antigua Guadalajara. Días vividos en un país que siempre será ayer, y mañana.  Ella dibuja ahora sobre el muro esos sueños.

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