El toblerone: silo de la discordia
Hace
muy pocos años la inmensa mayoría de la clase política almeriense, los más
insignes empresarios, y una parte significativa de la prensa local - hoy más de un periodista se sonrojaría si
dijéramos nombres - estaba dispuesta a derribar el cable inglés, uno de los elementos arquitectónicos
más representativos de la ciudad, una
obra de ingeniería industrial única y de enorme belleza, símbolo además del esplendor
de toda una época cuando la riqueza de Almería era la exportación del hierro y otros
minerales. Si para aquellos “ilustres” representantes de la sociedad almeriense el cargadero del mineral era poco más que una ruina, sólo chatarra,
qué pensarán hoy de este viejo silo de mineral, cuyos valores estéticos no
alcanzan aún a comprender.
En
esta ciudad de provincias, mi ciudad, las decisiones importantes que orientan
el futuro de la sociedad las toman nuestros representantes creyéndose amparados
en no sé qué poder absoluto, y demasiadas veces sin la formación y el juicio suficientes.
Muchos son los cambios que tendremos que articular en las leyes para ordenar el
seguimiento de su gestión, para exigir responsabilidades, y para que ellos
sepan que sólo son servidores públicos, y que esa categoría tienen además que ganársela
, como el estudiante que opta a una beca, es decir aprobando cada curso. Pero la
gran mayoría de estos cambios seguramente tendrán que venir de un mayor
compromiso de la propia sociedad, haciéndose valer para que nadie se crea
impune ni con la autoridad que sólo interinamente deben tener. El silo del
mineral, el toblerone , pasará a la
historia como una derrota más, y el mayor desprecio que la clase política ha
tenido con Almería: la falta de transparencia, los reiterados intereses
especulativos y urbanísticos, el engaño y el abuso de poder, y la constatación de su ignorancia artística,
aconsejan un mayor compromiso de todos. De lo contrario qué futuro nos espera…
Gracias, amigo, por decir con valentía la verdad de lo que piensas sobre este tema y por decirlo con argumentos que conjugan la supremacía moral con la dignidad ciudadana. Abrazos.
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