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martes, 25 de septiembre de 2012



Sí,  cruza el viento la calle y ese muro de piedra adornado con dos viejos jazmines, las flores no se distinguen entre lo negro que va dejando el hueco de la noche. Sí, llegan, por fin, las horas que hacen que la vida parezca obligada a recogerse, a buscar refugio, en algún lugar donde cuidar el cuerpo o más bien esconderlo. Nada tan cierto como este continúo movimiento que apaga las luces, y entierra las promesas que  ofrecieron un verano como ese que recordarás siempre. Nada, sin embargo, parece que rehuya este día. Si estás aquí, y ves la mano que se le aleja , y el sueño, y la costumbre , ofrécele la puerta abierta. Quieras o no, avanzará su paso sobre ti. Dale, pues, la bienvenida , nada resulta tan llevadero  como un dolor aceptado, un dolor que sabes para ti.  Aunque , hoy, te cueste creerlo también pasara. Todo llega y todo se aleja. El viento cruza ahora la calle, y empuja esas hojas cansadas no se sabe hacia dónde.

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