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lunes, 12 de marzo de 2012

La luz cumplida, y ningún camino de vuelta, o ese rastro que pueda llevarte lejos. Ladran los perros a una sombra. La misma que rodea el muro, los brazos retorcidos de esa enredadera que aún sigue desnuda. Trabaja sin hacer ruido, sin apagar las luces que alguien enciende. Busco en su gesto un motivo que pueda ser justo, una razón para dejar perecer lo que fue promesa. La sombra me responde con un reproche, y nada detiene la mano que mueve este grano de arena. 

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