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lunes, 16 de enero de 2012

Hablar de la lluvia como si se tratara de una historia ya vivida. El cuerpo mojado bajo las ropas se estremece al sentir sus raíces desprotegidas. Camino en otro tiempo, y otro lugar, buscando cobijo. Los grandes árboles alargando sus ramas para recibir el agua, antes de que llegue a tierra. La noche, cuando llueve, se hace cada vez más presente, es una piedra que impide la marcha, pero a todos nos trata por igual. Pájaros y alimañas, hombres o ánimas desorientadas. Tan generosa y maternal es la noche que aparta de nosotros todo lo que nos distrae, lo superfluo, y lo innecesario, la codicia y el orgullo. Sólo el miedo nos da la bienvenida. De noche, mientras llueve, no debería cometerse  ningún crimen. Las bestias buscan también su refugio, siguen un camino que cruza el bosque, dejando a su paso señales que ni siquiera puede borrar la lluvia. Hablar de una lluvia que ya es pasado, y conviene olvidar pronto.

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