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domingo, 11 de diciembre de 2011

Sin techo, y sin luz, el otoño va dejándonos desprotegidos, huérfanos. La rama del jazmín culebrea seca, casi muerta, como un caído estandarte después de la batalla. Ya pocos sueños cobijará este techo que ayer alegraba las noches de verano, cuando una mano arreglaba los tallos, podaba con cuidado las puntas viejas, ataba parejo los troncos conduciendo la planta hacia un lugar donde poder dejar sus brotes cada primavera.
La amistad es como una planta. Crece libremente y nos ampara. Bajo su techo hay una luz nueva que deshace algunas incertidumbres, y limpia los días. Esa luz queda desnuda, y sin embargo soporta el frío, los golpes que recibe. Nadie sabe cuánto resistirá, durante cuánto tiempo. Pero esa planta necesita cuidados.


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