FALSA ÉGLOGA VI. La sombra de las muchachas
Cuando no iban al río
buscaban algún entretenimiento.
Primero, limpiaban la empuñadura,
después encajaban las piezas,
después encajaban las piezas,
metían plomo y pólvora
y sacaban brillo a la recámara.
Mejor que el río era el monte,
pasado el "souto".
Allí, en las tierras altas
el día nunca se esconde.
Allí, en las tierras altas
el día nunca se esconde.
Ágiles como rapaces,
sujetando la presa,
sujetando la presa,
llevaban las armas
para espantar el miedo.
para espantar el miedo.
Luego, bajaban por la ladera
recordando aquellos días,
un trecho cálido de hierba
y nubes blancas y cremosas.
Y a los pies del castaño
se oían las risas de las muchachas.
se oían las risas de las muchachas.
Todo era muy literario.
Felices e ignorantes
de la dicha
que aleja
cualquier amenaza.
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