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viernes, 27 de marzo de 2020

FALSA ÉGLOGA VI. La sombra de las muchachas

Cuando no iban al río  
buscaban algún entretenimiento.
Primero, limpiaban la empuñadura,
después encajaban las piezas,
metían plomo y pólvora
y sacaban brillo a la recámara.

Mejor que el río era el monte,
pasado el "souto". 
Allí, en las tierras altas
el día nunca se esconde.

Ágiles como rapaces, 
sujetando la presa,
llevaban las armas 
para espantar el miedo.

Luego, bajaban por la ladera
recordando aquellos días,
un trecho cálido de hierba
y nubes blancas y cremosas.
Y a los pies del castaño  
se oían las risas de las muchachas.

Todo era muy literario.
Felices e ignorantes
                                   de la dicha

que aleja

                     cualquier amenaza.


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