FALSA ÉGLOGA IV. El motivo de la oración
Abierto el portalón
un silencio de sacristía
protegía la hierba
apilada hasta la bóveda.
Detrás de la cortina
una montaña de patatas
y cebollas viejas.
Y enfrente, en el muro,
de un clavo de nazareno
colgaba una hoz pequeña
y el cuerno
y el cuerno
de la abundancia.
Todo era hermosamente
antiguo
como las voces
que sin estar presentes
se oían
cuando los difuntos
arrodillados
oraban,
pidiendo a Dios
por sus hijos.
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