FALSA ÉGLOGA III, El resucitado
Cada estremecimiento,
cada giro inesperado
de su cuerpo
de su cuerpo
provocaba en el jergón
una réplica.
una réplica.
Mas sólo la luz
despertaba
al crucificado,
allí, presente
sobre el cabecero
de la cama.
Los rezos de la noche
servían para obtener
el perdón.
Y los castaños,
y el río de aguas,
y las aves del paraíso
celebraban
la bendición
del resucitado.
del resucitado.
Hasta el día siguiente.
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