Quizás
este vacío, y la orfandad que reina, sólo pueda redimirse en la belleza.
La
de esa imagen que atraviesa la oscuridad como un río que llega a su
desembocadura,
y
allí descansa para siempre.
O
la de un cuerpo dibujado en escorzo, con buen trazo, sobre una tela que simula
el espacio, y la carne, y que ha de permanecer hasta que el tiempo borre lo que
la mano sabía efímero.
Breves
son las formas, y breve el aliento que las anima.
Frente
a esa verdad, algo se quiebra. Y sueña el hombre creyendo inútilmente que algo
quedara de su sueño.
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