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sábado, 4 de mayo de 2013

Un viejo cuaderno


Casi olvidado, como toda belleza que pasa desapercibida, descubro en una de las vitrinas del CAMA un dibujo de Antonio López Díaz que me traslada a uno de los momentos más felices del arte moderno,  las vanguardias de los años 20,  ésas que comparten con el noucentisme más de una influencia. Y claro, vienen a la memoria los dibujos de línea precisa de aquellos artistas, Togores y Suñer, que merodearon en torno a los postulados de Eugenio d´Ors, el viejo mentor de los indalianos, y entonces todo  adquiere sentido. Estas figuras desnudas, cuyos volúmenes siguen los preceptos del arte clásico, Roma y Grecia , y su ideal de belleza, evocan un neoclasicismo que tuvo su auge en aquella década, y que marcaría, sin embargo, el rumbo posterior del realismo, cuando ya la pintura se afanaba por indagar en otras direcciones.  Pero en el trazo de este dibujo, en esas líneas onduladas de muslos y espalda, y en la gracia de la caída del cabello, está bien aprendida la lección de una nueva academia, la de Picasso y Matisse, y la de escultores como   Maillol y Hugué.   Para muchos artistas españoles de los años 40 y principios de los 50 la influencia del arte italiano fue también decisiva, un arte que unía tradición y modernidad, en un retorno al orden que promulgaba la revista Valori Plastici. Y bien mirado, no es ésa también la influencia, la lección aprendida, de Cezanne, la que le permite dibujar a Antonio López un paño sobre la arena mediante pliegues y líneas quebradas insinuando geometrías.  Oh, cuántas sorpresas me depara  este pequeño dibujo  conservado en  un viejo cuaderno de espirales, a salvo del sol y de los años. 

Antonio López Díaz. Sol sobre los años. Exposición en Centro de Arte Museo de Almería. CAMA.

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