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viernes, 3 de abril de 2020

FALSA ÉGLOGA, XII. Este olor, su otro. 

Conservo la memoria de aquel olor,
y de un largo invierno. De la penicilina 
que extraen de una ampolla de vidrio
cuando los pulmones no funcionan.

Una cama solitaria en la pequeña habitación,
recién pintada. Se viste la pobreza
con el embozo blanco de las sábanas.
Los ojos en la bombilla desnuda.
Si aprietas la perilla, con forma de dedo cortado,
el mundo se ilumina.

Allí nacieron los primeros sueños.
Imaginar el paraíso era un recurso fácil.
  
Pero qué queda de aquel olor.
¿Quién se esconde, allí?  

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