A pesar del
frío - mis pies tienen la temperatura de la piedra gris que piso - esta quietud
que ahora llena las horas, y se contagia según oigo las notas que salen
dulcemente de los pequeños altavoces, y ésta más extraña certeza que reina
en algún sitio, no muy lejos, mucho más cerca que otras veces, y que ahora también llega y me
habla, no sé porqué motivo, ni hasta cuándo. Y es que, a pesar del frío, este
enero quiere convertirme. Y me halaga, y lo escucho, sin ninguna esperanza.
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