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lunes, 12 de noviembre de 2012



Ya la memoria se queda debilitada,  como una piel maltratada por la lluvia , y no recupera su antigua belleza. Nada parece interesarle, y no se detiene ante ningún deslumbramiento. Pasan los días a caballo, refulgen como pesados animales a la carrera, y lo que queda es sólo la huella del desaliento. Ese músculo averiado se contrae por temor, busca en el reposo una sola posibilidad, una sola recompensa, el abrigo que hace suyo el desamparo. Sin esfuerzo, sin la pesadumbre de la carga.  

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