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viernes, 2 de noviembre de 2012




Bosque de Senés. 

Las nubes del esfuerzo pasan inútilmente sobre los montes chatos, sobre el arbolado que se divisa regularmente, dejando al descubierto una costura de tierra abierta, donde el sol se derrama con violencia. Casi nunca permanecen quietas o descargando su peso. Van y vienen de algún lugar a otro. Son huérfanas que van en busca de un lugar seguro. Sobre el aprisco resultan sólo decorativas. Nadie, ni siquiera los animales, las temen. Las nubes del esfuerzo señalan un punto perdido en el horizonte, en esta Sierra de los Filabres, tan humana, tan íntimamente necesitada que solo gime en silencio su abandono.

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