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lunes, 20 de agosto de 2012




Llegados. Corre desigual el tiempo, siempre en contra, siempre desmenuzando lo que parece que fue nuestro y sólo fue un falso ofrecimiento. Aquí, la luz no se contrae y se expande, no se insinúa, ni desvela un pequeño reino propicio para el sueño. Aquí la luz reina todopoderosa, iguala gozo y sufrimiento, y las edades se confunden en su afán de vida plena. Aquí, en el sur, la hora no importa, el día y la noche mantienen la misma brasa encendida, y el aire y el agua comparten el espacio, arrojándonos fuera, como si nada nos perteneciera, como si  no hubiera principio ni fin.       

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