Llegados. Corre desigual el tiempo, siempre en contra, siempre
desmenuzando lo que parece que fue nuestro y sólo fue un falso ofrecimiento. Aquí,
la luz no se contrae y se expande, no se insinúa, ni desvela un pequeño reino
propicio para el sueño. Aquí la luz reina todopoderosa, iguala gozo y
sufrimiento, y las edades se confunden en su afán de vida plena. Aquí, en el
sur, la hora no importa, el día y la noche mantienen la misma brasa encendida, y
el aire y el agua comparten el espacio, arrojándonos fuera, como si nada nos
perteneciera, como si no hubiera principio
ni fin.
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