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miércoles, 15 de agosto de 2012


Fuego en las tumbas. El viento sacude las ofrendas, unas rosas envejecidas que devora el fuego. La palabra de Dios también desasistida, como un animal abandonado. Y sin embargo alguien cuenta las horas , deshace pasado y presente , como si volver la vista atrás no fuera bastante para quedar atrapado, condenado como un reo sin juicio. Sigue el viento  deshaciendo la noche, deshojando la vida. Lo que huye del fuego también está marcado, nunca la salvación viene del cielo. Aquí la noche distingue la falsa calma, la cobardía fue un acto inútil. Ni dueños ni testigos alejan el peligro. ¿Quién ha construido estos palacios de piedra para un futuro incierto?.  ¿ Quién, si las llamas alcanzan el vuelo de la lechuza, y sus alas maltrechas?. El que desafía a la muerte será condenado tres veces a una muerte más dolorosa,  la que llega y se lleva el cuerpo, y sólo deja un fuego que devora el recuerdo, rosas que arden sin memoria.

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