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jueves, 4 de junio de 2015

La cuchilla



Esta cuchilla llena de señales,
mellada por las traiciones y los halagos,
tan vieja como la luz que convoca
tan distraída con los asuntos
que en verdad nos preocupan,
tan ensimismada
que no entiende otras razones
que la belleza,
una pieza que descuartiza el carnicero,
-aquí los nervios, allí la musculatura-
y prepara para finos paladares.
Esta cuchilla que ni se ensucia
ni abre las carnes
parece destinada sólo a unos pocos elegidos,
no diré profesiones, ni credos,
a las vitrinas y gabinetes,
de los iniciados.
Esta cuchilla sigue, aquí, dormida,
envejeciendo en un cajón desvencijado,
perdida como un viejo sueño que se aleja,
como un cuerpo sin esperanza.

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