Como todo laberinto, guarda la
montaña sendas de desolación, lugares donde la huella de la destrucción, del
acabamiento, son algo más que signos que
la naturaleza nos muestra. Un camino
dedicado a enseñarnos las huellas, las horas que esperan al otro lado. El árbol
caído es la representación más antigua del círculo que traza la vida. Una
imagen que resume todo el mal que se ceba en un cuerpo, y cómo lentamente se debilita
aquello que tuvo conciencia de su caducidad.
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