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lunes, 5 de noviembre de 2018

LA NIEVE DE LOS INOCENTES

I
De noche 
los copos mueren
sobre un tapiz de leña
y la oscura
humedad de la pinaza.

No rompe
el silencio
tanta indiferencia,
sólo oculta las huellas
de los animales,
los sentimientos
más débiles.

El piso de madera
lleno de raíces,
los sueños ahogados 
en una pequeña charca.

El fuego respira
escondido 
tras la puerta.

Y oigo a los hombres 
mover la nieve.

Al viento salir 

de sus pulmones, 


charamuza 
revoloteando.



II

Sigue nevando.
Los copos destellan
aunque es de noche.

La mano que levanta
el picaporte
no conoce la casa

Unos ojos caídos
observan la llama.
En su interior
habitan bolboretas.

Alguien sube
las escaleras.
Sus pasos, cada vez,
más cerca.

El que entra,
y saluda,
lleve en sus ojos
la tristeza.

La noche viene
con alas negras.








III


Oyes la nieve,
como la oye el pájaro
que no vuela,
o la hormiga
bajo tierra.

Oyes sus quejas,
ante una despedida.


Oyes la nieve
como oye mi cuerpo
otro cuerpo,
la vena el latido
de la sangre.

Oyes la nieve,
y no sientes
ninguna pérdida.

Solo la fiebre

del sentir.





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