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lunes, 8 de septiembre de 2014




SIN SABER, NUNCA.

Aunque quieras llegar hasta esas hojas que siguen las órdenes del viento,
y doblan su cuerpo a un lado y otro,
mientras sigues detrás, más allá de su movimiento perpetuo,
 y vas igual de un día hasta su víspera,
buscando sólo un pequeño trozo de vida
como si ése fuera el alimento, un agua que socorre la sequedad,
y calma este dolor que sientes, ayer y mañana,
sin que nadie sepa dónde está la verdad,
                                                                            dónde su sombra.


Aunque tú , en mitad de la noche, con algunas fuerzas que no son tuyas
y no te pertenecen, busques entre los brazos del árbol una señal,
un motivo para creer en algo, y no encuentres sino ruido,
la tristeza que hurga allí en lo  oscuro,
y vuelvas detrás de los pasos hacia la luz, como un animal herido
arrastrando la lengua muda.

Sin saber qué rastro has de seguir,
qué camino elegir para encontrar en otra orilla
                                                                          unas hojas escritas
que no entiendes, que no entenderás nunca.



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