Echas
sal en un plato de tierra,
en
la ventana que da al mar,
en
los lápices dormidos.
Y llueve y hace frío
Y llueve y hace frío
como
en las páginas de Madame Bovary
escritas
un invierno
no
muy lejos de aquí.
Echas
sal en la lengua
y
nadie prueba bocado,
la
sombra del alimento
que te obliga
a administrar el tiempo de esta manera.
a administrar el tiempo de esta manera.
Pero quién
sabe si tu voz adquiere
su verdadero rostro
en este lugar.
Y siempre
a vueltas con la verdad,
con
la sangre que anuncia su llegada.
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