A Miguel d´Ors
MANZANAS ROBADAS
Que la tarde, ahora, envejecida,
traiga aquel sabor de las manzanas robadas
en el huerto del cura, las que cogíamos
subidos a las nubes de Santirso,
cuando el sol se llenaba de sangre
y dejaba una sombra sobre el valle.
Que la tarde se apiade de aquellos niños
que regresan con el ganado
y abren el establo
y encienden una bombilla
que sigue iluminando el mundo.
Que la tarde sea aquella tarde.
Y nadie olvide aquellos días
en que la vida parecía no acabar nunca,
y la noche era descanso merecido
para seguir soñando, allá,
en lo alto del manzano, entre sábanas
y frutos bendecidos.
Alguien cuida a sus hijos
y les da más de lo que ellos merecen:
les da la palabra
para revivir
aquello.
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