Para Francisco Brines
LA VERDAD ENTERRADA EN UNO
Lo culpamos por todo.
Por lo que sucede, y por lo que ya olvidamos.
Por la brisa en la orilla
cuando acaricia un cuerpo
que no será tuyo.
Por la dicha de querer comprender el mundo.
La luz de ayer, si vuelve,
no viene sola.
no viene sola.
Trae su mitad de sombra.
Así las palabras, con su temblor
y su arrogancia. Restos de vida
sepultados para nadie.
sepultados para nadie.
Y si un fulgor llega del horizonte
y la mirada sigue la senda
qué difícil es volver los ojos.
Y qué silencio se abre ante ti
y arremete con furia
hasta derribar
el sueño.
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