SIN SABER, NUNCA.
Aunque quieras llegar hasta esas hojas que siguen las órdenes del viento,
y doblan
su cuerpo a un lado y otro,
mientras sigues detrás, más allá de su movimiento perpetuo,
y vas igual de un día hasta su víspera,
buscando sólo un pequeño trozo de vida
como
si ése fuera el alimento, un agua que socorre la sequedad,
y calma
este dolor que sientes, ayer y mañana,
sin que nadie sepa dónde está la verdad,
dónde su sombra.
Aunque
tú , en mitad de la noche, con algunas fuerzas que no son tuyas
y
no te pertenecen, busques entre los brazos del árbol una señal,
un motivo para creer en algo, y no encuentres
sino ruido,
la
tristeza que hurga allí en lo oscuro,
y vuelvas
detrás de los pasos hacia la luz, como un animal herido
arrastrando
la lengua muda.
Sin
saber qué rastro has de seguir,
qué
camino elegir para encontrar en otra orilla
unas hojas escritas
unas hojas escritas
que
no entiendes, que no entenderás nunca.
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