Tengo los pies fríos, y es diciembre. Supongo que en Ferrara la
temperatura será aún mucho más baja, y el aire helado dejará las calles vacías, el
rostro entumecido. Se han cruzado esta tarde sueños y recuerdos, como si la
vida fuera un enjambre de deseos, más allá de una realidad que vive a la
intemperie y resiste las inclemencias del tiempo, las terribles sequías de la
memoria. Pasan deprisa los días. Ninguno cumple su promesa. Ni siquiera la
escritura enciende una llama para calentarse. Ayer nació Paula. Los sueños se renuevan.
No muy lejos oigo la felicidad que otros persiguen.
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